Megan Rapione, dos veces campeona del mundo y medalla de oro olímpica con la selección de fútbol de EE. UU., es una activista por la igualdad de trato en el ámbito laboral.
Líder de sus equipos, es además una de las figuras que impulsaron la demanda colectiva contra la Federación de Fútbol de los Estados Unidos. El conflicto legal no se resolvió de manera definitiva por la vía tradicional.
Las jugadoras y la federación alcanzaron un acuerdo por medio del cual ellas desisten de su demanda legal pero no de sus motivaciones para interponer el recurso legal.
Fueron muy contundentes en lo que buscaban: igualdad de condiciones económicas en el ámbito laboral.
En el fútbol, como en el resto de los deportes y en muchos ámbitos de la vida laboral, por el mismo trabajo hay distintos salarios. La mayoría de las veces los hombres ganan más que las mujeres por desarrollar el mismo puesto.
Es un triunfo de este colectivo que decidió buscar justicia por el ámbito legal. El marco vigente del Estado de derecho debe ser agotado en estos casos.
Sin embargo, en ciertas ocasiones las estructuras estatales son obstáculo para el acceso a la justicia. Las paces van más allá de esta justicia.
Es un triunfo individual. Rapione es contundente en su activismo social. Aprovecha su liderazgo y su imagen para aportar en las transformaciones urgentes de la sociedad en términos de igualdad y de reconocimiento.
Al mismo tiempo, es un triunfo parcial. Los éxitos de la selección femenil fueron argumentos de mucho frente a los múltiples fracasos de la selección masculina.
La eficacia debe fomentar el desarrollo laboral, pero de ninguna manera debe ser el principio para la distribución de recursos.
El mejor escenario sería que ambas selecciones, en todos sus niveles, partan de la misma base salarial, con igual inversión de desarrollo y con un paquete de compensaciones que haga que las condiciones históricas de desigualdad tengan mucho menor influencia.
@davidperes_
