Un fuerte terremoto azotó un amplio territorio de Turquía y Siria. Las poblaciones de ambos países han padecido las consecuencias. Los muertos se cuentan por miles.
De los que perdieron todo aún no tenemos un dato.
Los primeros balances indican que el sismo de esta semana fue un poco menos fuerte que el de México en 1985, pero que por el tipo de infraestructura de las regiones cercanas al epicentro, los efectos serán mucho más devastadores.
¿Ayudamos? La sociedad mexicana se caracteriza por ayudar en estas circunstancias.
Sin importar la zona del mundo que fue afectada. Al mismo tiempo, en esta ocasión hay unas condiciones del régimen sirio que quizá limite la ayuda.
Organizaciones internacionales han advertido de los elementos que hay que considerar al momento de decidir enviar ayuda a Siria. Todo el dinero de la cooperación internacional pasa por el régimen encabezado por Bashar al-Assad.
Lo problemático está en que se ha comprobado que la ayuda internacional se ha destinado a las organizaciones que están vinculadas a la familia Assad.
Por ejemplo, durante las primeras etapas de la pandemia el régimen siguió criterios poco transparentes para distribuir los recursos médicos.
La distribución de la ayuda al interior de Siria se realiza de forma selectiva y políticamente orientada.
Las organizaciones denuncian que se está tratando de explotar el terremoto para monopolizar la ayuda y recuperar legitimidad internacional.
Después de más de 10 años de una guerra civil, Siria se encuentra aislada internacionalmente y sometida a numerosas sanciones.
Los países que han enviado ayuda directamente son Irán, Rusia y otros países islámicos.
Mientras estén los heridos bajo los escombros y cientos de personas sin techo y sin alimentos: el imperativo ético es ayudar siempre.
Ayudar conlleva la responsabilidad de cuidar que las instituciones que sirven de conducto sean transparentes.
@perezyortiz
