Los tiempos de crisis definen quien tiene el carácter para enfrentarlos y quien se deja llevar con la corriente para ver qué pasa.
Con agrado veo pese a que habrá siempre quien critique por criticar, quien ataque por encono, por haber perdido sus privilegios y que lo que más le importe sea recuperarlos sin importarle nuestro país, que la presidenta de México tiene claridad de rumbo.
En el pasado, cada nuevo sexenio y presidente, a pesar de ser del mismo partido, daba muy poco o nulo seguimiento a lo que su antecesor había iniciado, y si había alternancia mucho menos, no había posibilidad de proyectos transexenales.
Es cierto que con la llegada de Morena pasó lo mismo, se detuvo prácticamente todo no solo el aeropuerto internacional, eso fue lo más sonado, pero muchas cosas más también. La diferencia ahora, y desde mi perspectiva es que, si bien AMLO presento un plan muy enfocado en sus 6 años, para dejar huella de su paso, la actual mandamás de Palacio Nacional ha continuado con mucho de lo que se hizo en el sexenio pasado y ha empezado por igual a construir lo que se planeó desde entonces.
El segundo piso de la transformación que es como ella lo ha llamado, en menos de un año y por las condiciones del país del norte, se ha visto obligado a meter acelerador para empezar a operar y en corto plazo dar resultados.
Con la presentación de Plan México, que no fue esta semana le aclaro lector, este plan se presentó desde inicios de año, en enero pasado, se perfiló cómo trabajaría Claudia, lo que al calce se dijo es que este documento es una “Estrategia de Desarrollo Económico Equitativo y Sustentable para la Prosperidad Compartida”; lo dicho este jueves fueron los famosos 18 puntos que no comentaré porque todos los medios ya lo han mencionado, y que vienen a clarificar lo que en términos de desarrollo económico se hará para contrarrestar lo que Trump anda haciendo a nivel global.
Hay continuidad, hay estructura, hay un buen porvenir, esperemos ocurra.