Como siempre, parece que todo muerto es bueno. Así lo dejó claro, el presidente Gabriel Boric, quien no se ahorró ningún elogio para el expresidente Sebastián Piñera, durante su funeral de Estado, cuyas palabras cayeron para algunos en el “negacionismo”, especialmente de las violaciones a derechos humanos en el estallido social en Chile, de las cuales el exmandatario conservador, dueño de una fortuna que asciende a casi 3 mil millones de dólares, fue protagonista.
“Como oposición, como ha sucedido otras veces en nuestra historia en medio de la vorágine política, durante su gobierno, las querellas y las recriminaciones fueron en ocasiones más allá de lo justo y razonable”, dijo Boric en su discurso en exCongreso en Santiago. Un mensaje con un tono muy distinto al enviado, por ejemplo, durante un debate presidencial en 2021, cuando le decía: “señor Piñera, está avisado: se le va a perseguir por las graves violaciones a los derechos humanos cometidas bajo su mandato”.
Los informes de Amnistía Internacional, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos determinaron la ocurrencia de graves violaciones a los derechos humanos cometidas por funcionarios del Estado chileno durante las protestas de 2019 y 2020, en las que 359 manifestantes perdieron sus ojos, 30 personas fueron asesinadas y más de 3.500 resultaron heridas; un episodio considerado como el “peor malestar civil” después de la dictadura de Pinochet, lo que le costó a Piñera y varios de sus ministros querellas criminales y penales por presuntos delitos de lesa humanidad.
Sin embargo, la justicia no llegó a tiempo para juzgarlo y bajo el pretexto de la unidad nacional, hoy el presidente Boric, que llegó a la Moneda buscando justicia, también se unió al movimiento de impunidad que busca lavarle la imagen a Piñera en Chile y en el continente, de cara a la necesidad de mostrar moderación política por parte de su impopular gobierno.
Mientras una parte de la población apoyada en un gobierno que se dice de izquierda y en medios de comunicación relativizan su rol represivo y le rinden tributo a un expresidente que hizo de la política un negocio, otra parte es revictimizada con la impunidad. Solo algunas horas después de su muerte, sus abogados solicitaron formalmente el sobreseimiento de las causas pendientes del exmandatario, no solo en las relacionadas con el estallido social, sino también por investigaciones en diferentes casos de corrupción como la venta del proyecto minero Dominga o su aparición en los llamados Pandora Papers.
Los derechos humanos no se negocian, mucho menos cuando fueron esas mismas vidas violentadas y su lucha, las que permitieron que un gobierno de izquierda, bajo la bandera de la memoria, la justicia y el cambio, llegaran al poder. Afirmar que Sebastián Piñera utilizó “siempre los mecanismos institucionales y democráticos", como dice Gabriel Boric, es una forma de negacionismo. El pueblo chileno merece verdad, justicia y reparación.