El vicepresidente de Ecuador Jorge Glas y asilado del Gobierno de México cumplió un mes privado de la libertad en la cárcel de máxima seguridad de La Roca, —una de las peores de ese país—, casi el mismo tiempo que lleva en huelga de hambre, solo ingiriendo líquidos, y sin poder ver ni siquiera a sus propios familiares. Su estado de salud se agrava y el Estado ecuatoriano no da su brazo a torcer.
En días recientes, la canciller mexicana, Alicia Bárcena, aseguró en una entrevista con el diario El País de España que existe la posibilidad de entablar un diálogo con Ecuador “si nos dan el salvoconducto y nos entregan a Jorge Glas (...) La otra, que nos faciliten acceso consular. Él es asilado político nuestro y está enfermo en la cárcel y bajo unas condiciones bastante malas”.
Sin embargo, como hemos insistido desde este espacio, cualquier decisión tomada por el presidente Daniel Noboa en relación al conflicto con México, debe leerse siempre en una lógica electoral. “Si Glas hubiera escapado usando vehículos de la embajada y aviones del Gobierno mexicano, entonces habría lucido demasiado débil para todos. Ahora que atrapé al tipo, soy demasiado fuerte. Así que es un poco difícil complacer a todos, pero la gran mayoría de la gente en Ecuador está contenta con mi decisión”, fueron parte de las palabras de Noboa en una entrevista posterior al asalto a la Embajada de México para SBS News.
Es bajo esa lógica de la mano dura que busca consolidar su reelección de cara a los comicios del próximo febrero de 2025. Ceder sobre su postura respecto a Jorge Glas no es una opción para la nueva copia barata de Bukele en el Sur.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) está por emitir nuevas medidas cautelares y en teoría el Estado ecuatoriano debería cumplir en función de precautelar la salud y la vida de Glas. Sin embargo, no sería la primera vez —ni la última— que se pasa por la faja el pedido de cualquier autoridad.
Por su parte, México mantiene su exigencia de que Ecuador ofrezca disculpas por la invasión “porque fue una violación a la soberanía y al derecho de asilo”, segun señaló nuevamente el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero también sabemos que el junior que dirige el Ecuador cree que semejante atropello se arregla “comiendo un ceviche y unos tacos”.
Mientras un inexperto, caprichoso, ambicioso, se hace cada vez más millonario como presidente de Ecuador, millones de ecuatorianas y ecuatorianos siguen sumidos en la inseguridad y la desesperanza; gobernados por un digno representante del colonialismo político y financiero que evidentemente no actúa solo (no le da la cabeza). A la par, Jorge Glas le pone rostro a la decadencia de un país donde ser de izquierda se convirtió en un delito y en el que lamentablemente la guerra judicial encontró un chivo expiatorio al que los medios de comunicación ya condenaron hace años con burdas mentiras.
Quedan pocos días para que no haya otra tragedia que lamentar.