Hoy celebramos el día de los abogados, celebración que nos invita a la reflexión desde todos los ámbitos pues el derecho, que es connatural al ser desde la racionalidad del ente humano está presente en todo y alguien debe ejércelo.
Son entonces actores protagónicos de la justicia y el cambio. ¡Bravo por las abogadas y los abogados!
El Derecho es universal, pero sobre todo social. Su génesis viene desde las primeras civilizaciones hasta nuestros días donde la justicia (fin último), consiste en dar a dar cada quien lo suyo como diría Federico O’Reilly en su curso de Introducción al Estudio del Derecho en mi recordada Facultad post tiempos de porrismo y desmadre.
Hablar del derecho sin pensar en los abogados es tan estéril como hablar de la biblia sin tomar en cuenta a Jesús.
Y no caigo en sacrilegio pues son los litigantes sin error a equivocarme los que marcan el paso y rumbo de la justicia que ha estado desacreditada por un sistema judicial que, algunos se resisten a cambiar, sobre todo los que intercambiaron favores y legalidad como Juan Collado en complicidad con juzgadores amantes del moche y de la dadiva.
Ellos le llaman gratificación.
Para muestra basta un botón: En días pasados el ministro de la Suprema Corte Arturo Zaldívar en un evento se refirió a las malas prácticas argumentando que:
“Quien diga que en los tribunales no hay corrupción, o no ha estado en un tribunal o miente descaradamente; tenemos que ser autocríticos y la única forma de mejorar es entender los problemas que tenemos.”
Hablar del poder judicial en su conjunto como parte de la corrupción del viejo régimen donde tribunales, abogados y autoridades eran parte de una ignominiosa corrupción contra los ciudadanos es de destacarse.
En Coahuila por ejemplo, recordemos los mega fraudes contra derechohabientes del INFONAVIT donde jueces sobornados por abogados “chingaban” a los trabajadores al amparo de la “justicia”.
Estoy convencido que hoy en día el papel protagónico de los abogados es exigir justicia (en tiempos de cambio), para consolidar un estado democrático de derecho.
La justicia entonces no la podemos entender sin la entidad que mueve a las instituciones de justicia donde la sociedad - receptora de la esta-, no va a tolerar más corrupción, pillaje y arbitrariedades.
Los malos juzgadores se deben sentir acorralados por abogados demandantes y exigentes donde no caben los timoratos y a los que les gustan andar de rodillas.
Valga la celebración para recordar que el peso de los litigantes es grande cuando se trata de hacer valer la constitución que permite los cambios sociales y políticos en un país donde la protección a los derechos humanos, empieza a ser el corolario de la justicia en México.
Ningún abogado debe conformarse con las arbitrariedades y corrupción de los tribunales y juzgadores salvo que, de forma irresponsable se siga consintiendo la justicia parcial y corrupta propia del viejo régimen.
Para ellos debe haber cárcel.
En este día felicito a las abogadas y abogados quienes con su actuar y vocación buscan la paz y el derecho sin escatimar fuerza y energía. Son los grandes depositarios de conservar el estado democrático de derecho y, exigir justicia real y efectiva.
Estoy seguro que el festejo sería mejor en viernes, pero cualquier día es oportuno para desearles felicidad y, que se sumen al cambio transformador para hacer de la justicia una constante.
Son intrínsicamente fundamentales para los tiempos efervescentes que vive la vida judicial y política del país.