Tras horas de solo dar vueltas alrededor del cuerpo el Ministro no puede contener la presión: agotó todos los videos pregrabados del rey y nadie le atiende ahora.
Parlamentarios oficialistas no responden a los llamados del Ministerio del Interior: están resueltos a ungir a uno que los suyos: el líder de la mayoría -antes leal al rey- reagrupa a sus incondicionales mientras las demás tribus ¡perdón! corrientes se despedazan entre sí.
Las redes hacen lo suyo: Estalla la versión y nadie de la Corte real la desmiente.
Un gobierno amigo tuitea su pesar pero sin confirmar. ¡Boom! Estalla la rapiña en las oficinas nacionales, saben que no habrá orden ni presupuesto pronto. Se agigantan los motines en el partido oficialista y en las sedes parlamentarias de la Capital.
Saqueo a tiendas.
Los virreyes viajan alarmados a la capital, pero no les abren las puertas de Palacio. Tocan en vano.
Los pocos leales al extinto exigen conocer el testamento, pero son relegados como perros abandonados en despoblado. “Ya tuviste”, les reviran por WhatsApp.
El titular de la sanidad salió del país desde el minuto 1, mientras que en una de las oficinas de sus Viceministros se escuchó un fuerte estallido más propio de un campo de tiro, pero allí nadie llora, al contrario: “No le quedaba de otra”, dicen allí.
La Cancillería se desvive por sostener que el reino está bajo control mientras implora lealtad a los hijos del régimen.
La principal divisa se cotiza cerca de tres dígitos y subiendo; la Bolsa no abre, la población vacía y vandaliza los cajeros automáticos. Los camiones de carga ya no van al de Abastos por temor a más saqueos.
Muchos cortesanos quieren su turno al bat, pero la pelota no está en Palacio. No en ese Palacio.
¿Opositores? Si antes no pintaban en los arreglos del reino ahora mucho menos. Sin rey, no hay ley para los cortesanos.
¿Se podía saber? SÍ. Ningún testamento vale entre quienes siempre se han gobernado a base de caprichos.
PD. Sí, esto es pura y sola ficción estimulada desde el poder que puso -irreversiblemente- el tema de la mortalidad en la arena pública. Como en toda ficción, hay infinidad de tramas posibles. Si conocieras este reino ¿qué desenlace te “imaginas” tú?
Celso Mariño
