Qué pretende Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, al mencionar todos, o casi todos los días a la repentina precandidata presidencial del Frente Amplio por México, la senadora hidalguense Bertha Xóchitl Gálvez Ruíz?
Hay quienes sostienen que el primer mandatario es un verdadero monstruo de la comunicación política, que su fuerte, más que la administración pública, es hacer campaña e impulsar su imagen y la de sus allegados, como las llamadas “corcholatas” de Morena a la Presidencia de México.
En el caso de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal -todos aspirantes a “la grande”- está muy claro que el inquilino de Palacio Nacional no ha perdido oportunidad de integrarlos en la agenda pública para que se fortalezcan en el camino a sucederlo y con ello perpetuar -al menos por un sexenio más- su proyecto de nación.
Indudablemente que ese esquema le ha funcionado para sacar a balcón desde el año pasado a quienes ahora son sus alfiles para conservar el poder más allá del 2024.
Sin embargo, pareciera contradictorio, entonces, que sea el propio López Obrador quien ahora le esté dando el mayor impulso mediático a Gálvez Ruiz.
¿Cómo es que una fiera de la política, experto en campañas electorales y los mensajes emotivos está dedicando gran parte de su producto comunicacional estrella -las Mañaneras- a promover a la hidalguense?
La primera lectura es que Andrés Manuel en verdad quiere que Xóchitl Gálvez sea la candidata del frente opositor y por ello la ataca. Si esto es cierto, el presidente estaría considerando al menos dos escenarios: que Gálvez Ruiz sí sea la candidata opositora, porque sus estudios le indican que ella no ganará la elección, o que si -hipotéticamente- ella ganara, sería un perfil de bajo riesgo para el propio López Obrador.
Es decir, quiere crecerla artificialmente para que el frente opositor se convenza de que ella debe ser la candidata y así tener una “batalla controlada” como ha demostrado en los últimos años que es su estrategia favorita.
Lo que no se debe olvidar, por encima de todo, es que López Obrador está operando para conservar el poder para sí. De eso no hay duda.
