Todos conocemos la historia de la fundación de Tenochtitlan, donde está asentada nuestra ciudad, capital hoy de la Transformación. Los mexicas, sabemos desde niños, caminaron procedentes de Aztlán, llegaron al lago de Texcoco, en el valle de Anáhuac, guiados por el dios Huitzilopochtli, quien les hizo saber que debían fundar su ciudad ahí donde vieran la señal: un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente. Eso ocurrió, ahora sabemos, hace exactamente siete siglos. “El gobierno capitalino ha preparado un amplísimo programa de celebraciones de estos siete siglos”, leo en la revista Proceso, “si bien la discutida fecha acordada, el 13 de marzo, se moverá para abril en el marco del solsticio de verano”. Proceso explica que el 13 de marzo de 1325 es la fecha más acertada de la fundación de Tenochtitlan, a decir del escritor tabasqueño Luis Barjau, ex director de Etno-historia del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Los mexicas, explica Barjau, construyeron un mito, “según el cual este 2025 concluyen los 500 años de oscuridad que acecharon a México a partir de la caída de su capital (justo dos centurias más tarde), para iniciar 500 años de luz”. Por todo esto, la directora general de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de la Ciudad de México, Mariana Gómez Godoy, detonó una serie de actividades que arrancaron en enero con la exposición de la Tira de la Peregrinación. El momento cumbre tendrá lugar en abril, a través de un video-mapping en el Zócalo. Vamos a celebrar el momento preciso en que los mexicas vieron un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente, hace exactamente siete siglos.
Otras fuentes indican, más bien, que los mexicas llegaron al lago de Texcoco enviados por Tezozómoc, señor de Azcapotzalco. No llegaron ahí por ninguna señal divina. Tezozomoc, al mando de los tepanecas, que tenían el control de la zona, les impuso a los mexicas la obligación de ayudarlo en sus guerras de conquista. Los propios mexicas le debían rendir tributo. La relación era tensa. A partir de 1428, los habitantes de Tenochtitlan combatieron al gobierno de Azcapotzalco. “Al momento del triunfo, Izcóatl, señor de Tenochtitlan, ordena reescribir la historia, empieza a inventar una nueva historia”, explica el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma. “A mi juicio, ahí nace el concepto del águila parada sobre el nopal. El águila representa a Huitzilopochtli”. Matos Moctezuma habla de distintos mitos alrededor de la fundación de Tenochtitlan. Según el Códice Boturini, los mexicas provenían en efecto de un lugar llamado Aztlán, que en náhuatl significa lugar de las garzas blancas. “Seguramente, al venir a menos el poderío tolteca, ellos emprenden una búsqueda de un nuevo lugar (…) pero las fuentes indican que se iban asentando en diferentes lugares”. Sobre el águila y la serpiente afirma, escueto: “Este hecho jamás ocurrió”.
¿Pero cómo resistir la historia que nos cuenta el escritor tabasqueño Luis Barjau, ex director de Etno-historia del INAH? ¿Cómo no ser seducidos por el mito según el cual este año, esta primavera de 2025, concluyen los 500 años de oscuridad que acecharon a México, para iniciar 500 años de luz?