Alrededor de 20 por ciento de la población del mundo vive hoy todavía confinado de algún modo. Es algo que nos resulta extraordinario. Pero la experiencia del aislamiento fue durante siglos una parte muy común de la vida. La Universidad de Cambridge publicó a este respecto la historia de las cuarentenas por las que pasaron varios de sus estudiantes más notables. Uno de ellos fue Isaac Newton.
Newton estudiaba física en Trinity College, Cambridge, desde el verano de 1661. Tenía 22 años de edad cuando, en el otoño de 1665, la peste fue declarada en Londres. La Gran Plaga tuvo su brote más mortífero en la capital del reino, donde habría de matar, en el curso de 18 meses, a más de 100 mil personas, equivalentes a cerca de la cuarta parte de su población. Sus habitantes huían, pero eran rechazados por los pueblos, que los veían como fuente de contagio. Muchos murieron de hambre y de sed. La peste era causada (aunque nadie entonces lo sabía) por una bacteria transmitida por la picadura de una pulga de rata. Las casas donde había muertes eran marcadas con una cruz y una leyenda: Lord have mercy upon us.
A fines de 1665, la plaga llegó por fin a Cambridge. Al igual que otros estudiantes, Newton dejó la ciudad, salió al campo para buscar refugio en la granja de Woolsthorpe, localizada en Lincolnshire. La granja era propiedad de su familia desde hacía varias generaciones. Vivían en ella su madre y sus abuelos. Newton la conocía muy bien. Ahí había nacido y crecido, y ahí había vivido hasta los 12 años de edad.
Isaac Newton permaneció aislado en aquella granja, a causa de la peste, todo el año de 1666. Y ahí, en el curso de unos meses, hizo sus descubrimientos más importantes. En el campo frente a su ventana (y no en el cuadrángulo de Trinity College, como dicen las guías para turistas) había un manzano, hoy legendario, que lo ayudó a formular, entonces solo como hipótesis de trabajo, su teoría de la gravitación: al ver caer las manzanas a la tierra, al indagar por qué caían, comprendió que cada partícula de materia atrae a otra partícula en proporción directa al producto de sus masas, y en proporción inversa al cuadrado de sus distancias. Fue también en esos meses de confinamiento que Newton inició sus estudios sobre la naturaleza de la luz: hizo un pequeño agujero en las persianas de su cuarto en Woolsthorpe para producir un rayo de luz, uno solo, muy delgado, que pasó luego por dos prismas, con lo que demostró que ellos mismos no creaban los colores, sino simplemente separaban los que estaban ya en la luz del sol desde el principio. Y fue en aquellos meses de aislamiento, por último, en un manuscrito fechado el 13 de noviembre de 1665, que Newton redactó un esbozo del cálculo que lo haría célebre, en el que utiliza las fluxiones para hallar la tangente y el radio de una curva en un punto de la misma. Los historiadores han descrito aquellos 12 meses de cuarentena como su annus mirabilis.
Sir Isaac Newton moriría a los 84 años, tres meses y 23 días. Su vida fue plena en todos los sentidos: llena de éxito y de reconocimiento, por un lado, y, por el otro, colmada de felicidad y de tranquilidad.
Investigador de la UNAM (Cialc)
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