“México es un país peligroso para los periodistas. El más peligroso de Latinoamérica, por encima de Colombia. Y de acuerdo con un informe publicado por The Economist, el más peligroso del mundo, después de Irak”. Escribí estas líneas en 2008, desde Francia, donde trabajaba en la Unesco, que ese año otorgó a la periodista Lydia Cacho el Premio Mundial Guillermo Cano de Libertad de Prensa. La Unesco tiene, desde su creación, el mandato de promover “la libre circulación de las ideas por medio de la palabra y de la imagen”. Había entonces, en la sede de la organización en París, una exposición dedicada al trabajo de los periodistas. Una mampara anunciaba estas cifras: entre 1947 y 1997 murieron asesinados más de mil periodistas en el mundo, pero entre 1993 y 2008 fueron asesinados cerca de la mitad: 685, y sólo en 2007, indicaba, 60 periodistas perdieron la vida a causa de su oficio. Los crímenes contra los periodistas, en un 95 por ciento de los casos, no fueron resueltos.
La violencia contra los periodistas ha crecido en todas partes, en particular en México. En tiempos del presidente Peña Nieto hubo años especialmente graves, 2016 y 2017, en los que descubrimos que el gobierno espiaba a los periodistas (el caso Pegasus). La intimidación y el acoso empeoraron con el presidente López Obrador. Esta semana fue dado a conocer un informe de Reporteros Sin Fronteras titulado Bajo riesgo, que aborda el caso de México. Reporteros Sin Fronteras tiene identificados, en nuestro país, 81 asesinatos de periodistas entre 2011 y 2021, además de cinco en lo que va de 2022. Todos ellos compartían un perfil, anota el informe: “cubrían noticias locales sobre corrupción, narcotráfico, violencia, seguridad pública y asuntos relacionados”. El obstáculo más grande para garantizar la protección de los periodistas, añade, “es el propio discurso oficial del presidente Andrés Manuel López Obrador, que nunca ha abandonado su postura de criticar y desprestigiar abiertamente a periodistas y defensores de derechos humanos”. Así dice Reporteros Sin Fronteras.
Los ejemplos los tenemos a la vista: varios de los periodistas más notables del país han sido señalados y atacados estos días con todo el peso del poder que tiene el Presidente de México. Los ha puesto en peligro. La consternación por las cifras (cinco periodistas asesinados en menos de dos meses) y la indignación por la violencia de la embestida del Presidente contra los periodistas que le molestan (desde Carlos Loret de Mola hasta Carmen Aristegui) explican la preocupación que existe en todas partes, incluso fuera de México. Es el contexto de las palabras del secretario Antony Blinken, publicadas antier en su cuenta de Twitter: “El alto número de periodistas asesinados en México este año y las continuas amenazas que enfrentan son preocupantes. Me uno a quienes piden mayor responsabilidad y protección para los periodistas mexicanos”. Esta fue la respuesta que le dio ayer el presidente López Obrador: “Es muy lamentable que pierdan la vida periodistas por distintas causas (…) Y pedirle de favor que se informe y que no actúen de manera injerencista porque México no es colonia de Estados Unidos”.
Carlos Tello Díaz*
*Investigador de la UNAM (Cialc)