A principio del sexenio, para ser exactos en agosto de 2020, Emilio Lozoya presentó ante la Fiscalía General de la República una denuncia de presuntos delitos y presuntos delincuentes; lista que incluía a buena parte de los más importantes funcionarios del sexenio pasado, a varios del antepasado y, entre otros, a uno de los candidatos presidenciales que compitieron (es un decir) contra López Obrador en 2018 y a hasta una periodista.
El documento que buscaba un “criterio de oportunidad” no traía una sola prueba y, como se ha probado en estos años, pues no, no las tenía.
Eso sí, su amplia difusión ha sido una delicia para el Presidente y algunos de sus acompañantes para señalar la “terrible corrupción” del pasado, el horror de los partidos y legisladores de los partidos de oposición, etcétera, etcétera. Frente a los juzgados, la Fiscalía no ha podido acreditar nada, tanto, que no hubo oportunidad ninguna para Lozoya.
Unos meses antes de aquel documento, en Estados Unidos se arrestó a Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública del gobierno de Felipe Calderón. En su juicio los declarantes en su contra fueron, los que importaron, delincuentes, narcos confesos que desde hace un tiempo colaboran con las fiscalías estadunidenses, en busca de algún beneficio. También agentes de la DEA. Así funcionan allá las fiscalías y a eso están acostumbrados los jurados y los jueces.
Decenas, o puede ser que cientos de veces, el Presidente ha aprovechado ese juicio para hablar del pasado y defender algunas de sus decisiones en materia de seguridad.
Un punto importante: El fracaso de la fiscalía mexicana, o la calidad de los testigos en el caso García Luna, no hace a los políticos del pasado unos santos ni, por fuerza, a García Luna inocente de cualquier cosa. Pero siempre hay un problema, una duda, cuando es un delincuente confeso quien acusa a otro presunto.
Ahora, como nadie, el presidente López Obrador ha aprovechado eso en su narrativa sobre cómo todo es culpa del pasado.
La vida, a veces, es una ruleta. O como dicen los estadounidenses, Karma is a Bitch.
Si le creímos a Lozoya, al Grande, al “Rey” Zambada (hermano de Ismael); al “Conejo Poveda”, a los agentes de la DEA que testificaron o a tantos otros… Pues qué hacemos ahora con lo que cuenta el Mayo. ¿O él es el único mentiroso? Es una duda razonable.