Al principio del sexenio pasado, el gobierno mexicano cedió ante una amenaza de Donald Trump, presidente en su primer cuatrienio, e inició una nunca vista movilización de las fuerzas de seguridad mexicanas, principalmente el Ejército, en el sur del país para impedir el cruce de migrantes desde Centroamérica por el país para llegar a la frontera norte y de ahí cruzar a Estados Unidos.
Las consecuencias de esa decisión han resultado en una trágica serie de violaciones a los derechos humanos de aquellos que el movimiento que gobernaba y gobierna dicen que reciben con humanismo. El símbolo mayor de la estrategia es el incendio y muerte de migrantes en un centro de detención del Instituto Nacional de Migración, cuyo titular entonces ni rindió ni rendirá cuentas.
Con Trump de vuelta a la Casa Blanca, el nuevo gobierno inauguró una operación Frontera Norte, una vez más con todas fuerzas de seguridad, que refuerza aquel operativo y sigue haciendo la vida imposible para los migrantes.
Gracias a estos esfuerzos, el gobierno mexicano ha conseguido algún mejor trato de parte del gobierno estadunidense, cierto. A costa de la peor vida para aquellos que desde México y otros países quieren llegar a Estados Unidos soñando con una mejor vida que en sus lugares de origen no tienen.
En todo este tiempo, en sus dos momentos en la Casa Blanca y en sus campañas, sobre todo en la última, Trump ha sido de una crueldad inimaginable con los migrantes, incluyendo a los mexicanos. De hecho, la migración, dicen la mayoría de los estudios, fue el tema que más influyó en su reelección.
Al mismo tiempo, los consulados del país están faltos de recursos, tenemos un embajador que vaya usted a saber qué hace desde el sexenio pasado y un canciller que… en fin.
La furia de Trump no ha parado ni parará. Este fin de semana en Los Ángeles reventó en caos. La advertencia del presidente de Estados Unidos es clara: “Estoy ordenando a la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem; al secretario de Defensa, Pete Hegseth, y a la procuradora general, Pam Bondi, en coordinación con todos los demás departamentos y agencias relevantes, que tomen todas las medidas necesarias para liberar a Los Ángeles de la invasión migratoria y poner fin a estos disturbios de migrantes. Se restablecerá el orden, se expulsará a los ilegales y Los Ángeles será liberada”.
Las verdaderas víctimas: los migrantes, con o sin documentos. Los olvidados de siempre.
Y lo que falta.