Nada peor que una bronca entre políticos cuando uno de ellos está en el poder. En México tenemos larga historia en ello.
Los panistas, que tanto tiempo se creyeron diferentes, se dieron cuenta tan pronto y llegaron al poder que no es que fueran más decentes, sino que nunca habían llegado, había muy poco que pelear. En poco tiempo se han peleado todos con todos.
Experto tempranero en esas lides ha sido siempre Javier Corral, él tan honesto y puro siempre (no se rían). Corral siempre y únicamente piensa en… Corral. Pero ni modo, había que aguantar a esos panistas que le dan guácala un ratito, no más para hacerse gobernador y ya.
Y luego, como pasa con esos asuntos, pues no le gustó a quien su partido postuló como candidata a gobernadora —recordemos que todos, siempre, menos Corral, son muy corruptos y/o malos—.
La bronca se ha puesto de a peso.
Advierto: no discuto aquí si las acusaciones contra Corral son o no ciertas —en la mayoría de los países civilizados saber eso es resultado de un debido proceso— como tampoco se trata hoy de si las acusaciones de Corral contra la hoy gobernadora tienen sustancia.
Eso sí, como sucede siempre en la política mexicana, quien está en el poder, pues lo ejerce contra sus enemigos de las maneras más injustas y agresivas. Y por lo pronto, la que tiene el poder es Maru Campos, la gobernadora. ¿Y qué hace? Pues lo que han hecho priistas, panistas, perredistas, morenistas desde siempre: utilizar a la justicia políticamente para joder a su enemigo. Nada nuevo.
A través de su fiscalía manda a arrestar al ex gobernador en un restaurante de Ciudad de México. Corral hace un par de llamadas y llega el hoy titular de la fiscalía capitalina y lo salva.
Uno puede imaginar una de esas llamadas:
—Claudia, ayúdame, soy inocente (Corral siempre lo es).
—Pues serás declarado no culpable. No te preocupes. Los jueces ya serán electos y honestos.
—Pero me tocaría prisión preventiva, el delito está en el catálogo de prisión preventiva oficiosa y estas cosas tardan años.
—Javier, por el movimiento, ni modo. Nos encanta la prisión preventiva, es muy buena, formativa, sobre todo con los más pobres, que son los que más la sufren. Vete a la cárcel. Total, cada vez hay más mexicanos en ellas y la mayoría inocentes, como tú.
—Claudia, por favor… es que mi librería… tengo la presentación del libro de Beatriz.
—Ah, sí. Okey, te mando a Ulises.
Corral libre tendrá poder. Ahora que se cuide Maru. Así “la justicia”.