La incertidumbre es consustancial a la democracia. Todavía hace un par de meses parecía poco factible que las dos principales candidaturas a la presidencia de la República fueran encabezadas por mujeres. Marcelo Ebrard tuvo un buen arranque en la interna de Morena, pero una campaña errática terminó por sepultar su aspiración oficialista. Por su parte, parecía que el panismo se inclinaría por la ortodoxia y veteranía de Santiago Creel. Sin embargo, el hecho es que hoy México está muy cerca de tener a su primera jefa de Estado.
Despejadas las dudas en torno a las abanderadas de cada bloque, inicia un nuevo y largo camino de incertidumbre relativa a una cuestión: la cantidad de apoyos que lograrán aglutinar tanto Claudia Sheinbaum como Xóchitl Gálvez. La última encuesta elaborada por El Financiero -antes de la definición de las candidaturas- le otorgaba a la morenista un 46% de las preferencias, frente al 37% de la representante opositora y un 17% para otras opciones e indefinidos. Carrera cerrada.
Debido a que en México no existe la segunda vuelta electoral y la presidencia se puede conquistar con una mayoría simple, el elector tiende a concentrar su voto en las dos principales opciones.Así sucedió con AMLO y Anaya, EPN y AMLO, Calderón y AMLO, y Fox y Labastida. Ese efecto de concentración se intensificará en esta elección debido a que, por primera vez en la historia democrática del país, competirán oficialmente dos bloques: obradorista vs opositor, populista vs liberal, izquierda vs centroderecha, o como se les quiera denominar.
Sheinbaum aventaja a Xóchitlen todas las encuestas, pero será interesante observar a partir de ahora tres dinámicas: 1) Si Sheinbaum cuida esa ventaja o si la dilapida, como le sucedió a López Obrador en 2006; 2) Si Xóchitl logra convencer a indecisos y simpatizantes de otras opciones políticas para recortar distancias, o si ya tocó su techo electoral; 3) Si bien la decisión que tome Ebrard sobre una eventual candidatura alterna sería marginal, queda por verse cómo alteraría las preferencias hacia uno u otro bloque.
Todo puede suceder en esta carrera de dos. Esa es, precisamente, la bendita incertidumbre democrática.
