“Todos los demás niños con sus tenis caros mejor deberían correr, mejor corran, más rápido que mis balas…”
(Pumped Up Kicks, una de las canciones más populares en EEUU)
Salvador Ramos, el asesino de Uvalde, Texas, celebró su cumpleaños 18 comprando dos rifles de asalto AR-15 y 375 municiones, online; gastó unos 2 mil dólares (40 mil pesos).Una semana después, tras dispararle a su abuela, irrumpió en una escuela primaria asesinando a 19 niñas, niños y 2 maestras.Durante 40 minutos disparó más de 100 balas. Es solo la más reciente matanza escolar, vendrán más en cuestión de días.
Lo sucedido en Uvalde es una “atrocidad salvaje”, dijo Donald Trump ante el poderoso grupo pro armas: la Asociación Nacional del Rifle (NRA). El problema, según Trump y la NRA, es la “salud mental” de los jóvenes. La solución: dotar de armas a las y los maestros, para que se defiendan y defiendan a sus estudiantes. Han perdido la cabeza y la decencia.
Esta atrocidad salvaje, curiosamente, solo se da en EEUU; está institucionalizada en las políticas gubernamentales del país más poderoso del mundo, donde es más fácil comprar un arma que una cerveza.
Desde 2009 se han registrado más de 300 tiroteos en escuelas estadounidenses (decir “tiroteos” es un eufemismo, son masacres contra niños y jóvenes desarmados). El número de masacres escolares en EEUU, de 2009 a 2018, es 57 veces mayor que la suma de todas las ocurridas en el resto de países desarrollados.
Los políticos pro armas, maiceados por la NRA, tienen la memoria muy corta. Olvidan que en 1994, cuando el Congreso prohibió los rifles de asalto por 10 años, el número de muertes en tiroteos disminuyó drásticamente. La política pública funciona.
En México no ocurren masacres escolares como en EEUU (288 vs 8, en diez años), pero vivimos nuestra propia “atrocidad salvaje”: inseguridad, violencia e impunidad. Nuestros niños y jóvenes no se preocupan por tiroteos en sus escuelas, pero sí de ser desaparecidos y asesinados fuera de ellas.
Las armas ilegales que llegan del norte, como el rifle AR-15 usado por Salvador -y el favorito de los cárteles mexicanos-, tienen mucho que ver con nuestra atrocidad cotidiana.
Iván Moreno
Twitter: @carlosivanmoren