La semana pasada el Presidente de México, anunciaba que estábamos tocando fondo en lo referente a la caída del empleo en nuestro país.
Los números que se estimaron, rondaban en el orden de un millón de empleos formales perdidos.
Sin embargo, para entender la magnitud del problema tendríamos que considerar otros números que nos muestran una radiografía más a detalle de esta situación.
Según datos del INEGI, somos aproximadamente 57 millones de mexicanos los que conformamos la población económicamente activa, o al menos esa cifra se contabilizó en marzo pasado.
Pero en abril, algo pasó, la contabilización de este mismo índice sumó apenas 45 millones.
Las cifras podrían parecer erróneas, pero la realidad es que este índice de personas activas, no solo se basa en los empleos formales, la población activa es aquella que tiene trabajo formal, que tiene un trabajo informal o que está en la búsqueda de trabajo.
¿Por qué sucede esta enorme diferencia?, La razón obedece a una más de las tristes realidades de nuestro México, una cantidad enorme de trabajos en el sector informal se perdieron, pero esos no se contabilizan en las cifras oficiales.
La informalidad es una de las constantes económicas de nuestra sociedad. En pocas palabras durante el mes de abril, 12 millones de personas, dejaron de trabajar o suspendieron sus labores por alguna razón.
El efecto de esta pandemia en el empleo, es devastador, y todavía nos falta mucho tiempo por recorrer en esta crisis sanitaria.
Ese es el panorama de México, vemos a un país que se encamina a una debacle económica, dentro de una emergencia de salud mal atendida. Queremos reactivar la economía a costa de poner en riesgo la vida de las personas.
Pareciera que nuestro gobierno apuesta a dejar en manos de la selección natural, la salud de su pueblo y el desarrollo económico.
Vivimos en un país, en donde cada mañana el optimismo desbordado en aplanamientos de curva y supuesto crecimiento, contrasta con los fríos números de contagiados, fallecidos y desorden económico y mientras esto sucede, nuestro Presidente de forma irresponsable, no puede o no quiere darse cuenta del problema que enfrenta.