Algo que nunca contempló Putin, cuando lanzó su ofensiva sin sentido sobre Ucrania, fue que la misma durara tanto tiempo.
Día con día, el mandatario ruso, va perdiendo el apoyo de la ciudadanía rusa.
Al principio todo comenzó con una intervención que se pretendía rápida, segura y que sucedía en regiones lejanas a las de la sociedad moscovita.
En ese entonces 7 de cada 10 rusos estaban de acuerdo con su dirigente y estaban dispuestos a ir a la guerra para contribuir a la liberación de la amenaza que representaba la OTAN en suelo ucraniano.
Esta utopía se vino abajo, cuando al incursionar en el territorio se encontraron con una nación orgullosa, unida y dispuesta a pelear por sus intereses.
El mundo entero también reaccionó y comenzó el apoyo. Los días fueron pasando y Rusia no lograba su cometido.
El pueblo ruso fue perdiendo adeptos entre sus clásicos aliados, la gran nación China comenzó a cuestionar los motivos de esta incursión y retiró su apoyo a la misma.
Poco a poco la sociedad rusa comienza a entender que se encuentra inmersa en un conflicto que no fue planeado de forma correcta y que a diferencia de lo que se pensaba al inicio, la guerra ya está tocando la puerta de sus casas. Rusia ha convocado a su pueblo para que apoyen un movimiento militar que haga frente al avance de la ofensiva ucraniana.
Este movimiento requiere de miles de ciudadanos rusos, que jamás imaginaron que serían llamados al frente. El menosprecio y desdén de las autoridades militares rusas colisionó con la unidad y el patriotismo de Ucrania y ahora tiene en serios problemas al gigante de hierro.
Miles de rusos están emigrando de su país, huyendo de su llamado al frente, la mayoría lo hace por las vías tradicionales de viajes al extranjero o argumentando alguna cuestión médica.
La necesidad de huir es tal, que en la frontera de Rusia con Georgia cientos de jóvenes intentaban protestar contra este llamado y también cruzar hacia el país vecino para alejarse de este conflicto.
Estas manifestaciones han puesto de cabeza a la orgullosa Rusia.
Mucho se teme que en cualquier momento se dicte alguna medida para que impida a los rusos abandonar su país, obligándoles a pelear.
Esta situación ha elevado la preocupación de la comunidad mundial, ante una Rusia desesperada, que no cuenta con la capacidad de conseguir o fabricar armas, debido a los bloqueos comerciales y que podría llevar a Putin a cumplir su amenaza de usar armas nucleares, lo que sin duda escalaría el conflicto a niveles inimaginables.
