Después de arremeter contra los gobiernos anteriores, los conservadores, la prensa chayotera, los fifís, los médicos, las feministas y un largo etcétera, ahora le tocó el turno a los católicos y a los judíos sentir el enojo iracundo y sin sentido del inquilino de palacio nacional.
El presidente en un acto de sin razón está elevando la tensión entre la iglesia y el estado con toda esa serie de tontas declaraciones, en donde hasta hipócritas los llama, solo porque le solicitan que modifique su estrategia, muy fallida por cierto, de seguridad.
No creo que exista mexicano alguno, bueno exceptuando a su séquito de porristas de cuarta, que considere que vamos avanzando en materia de seguridad y solo nos referimos a seguridad, nada bueno hay tampoco que decir de la salud y la economía.
Después de los recientes ataques sobre dos sacerdotes jesuitas, era lógico pensar que habría un pronunciamiento de reclamo y enojo por este acto.
Y es que a nuestro mandamás no le gusta que lo critiquen, no le gusta que lo cuestionen y mucho menos que lo señalen.
Solo existe su verdad y mientras el país se le cae a pedazos y su sexenio se encamina a ser el más sangriento en la historia de México, él sigue utilizando su espacio mañanero y así arremeter, con todo el poder del gobierno, contra quien se le antoje.
Tal parece que la Cuarta Transformación que López Obrador busca, no tiene que ver con desarrollo económico, social o moral, él pretende transformar al país en una sociedad polarizada en la que o todo es blanco o todo es negro, pero los grises no existen.
Después de llamar hipócritas a los católicos y de acusarlos, como hace siempre, de ser un instrumento de una supuesta “mano negra” de los conservadores, se le ocurrió llamar “hitleriano” a un columnista que no es de su agrado, el detalle es que este columnista tiene ascendencia judía y creo que cualquier persona sabe lo insultante que puede ser para un judío que lo comparen o lo asocien con el mayor genocida que el mundo ha visto y que particularmente masacró a la comunidad judía.
Así de grande y así de imbécil es el insulto que nuestro mandatario expresa en cadena nacional porque no puede ocultar su enojo y descontrol.
Lo malo es que para el rey “de los otros datos”, las cifras oficiales no le dan la razón y por más que le pese la inseguridad sigue creciendo, los pobres siguen creciendo y la economía sigue en picada.
Es muy triste ver como se utiliza el poder e influencia del gobierno federal en tratar de desviar la atención de lo que realmente sucede en un país y promocionar “logros” inconclusos como Dos Bocas o ineficientes como el abandonado aeropuerto.
Tenemos tanto que hacer en este país, tenemos en verdad tanto en que trabajar, en que mejorar, en que fijar nuestra atención, como para seguir escuchando la palabrería y los interminables pretextos de quien, lamentablemente, nos gobierna.
Estos últimos dos años y medio que quedan del sexenio preparémonos a seguir viendo la misma caricatura de administración o el mismo circo de gobierno y preocupémonos porque al final podamos recomponer el rumbo, sin caer en el juego de quien quiere dividirnos o enfrentarnos, los mexicanos de verdad merecemos más, no volvamos a equivocarnos.