Resulta muy triste y decepcionante, ver las escenas de los niños de Ayahualtempa, Guerrero, enfundando armas e incorporándose a la Policía Comunitaria.
Preguntémonos como padres, que situación de inseguridad nos puede llevar a preferir que nuestros propios hijos porten armas, cuando a esa edad, padres e hijos deberían estar compartiendo una pelota o algún juego al aire libre y no una lucha contra diferentes grupos del crimen organizado.
Esta situación evidencia la amarga realidad que vivimos, la impotencia que sentimos cuando vemos como la escalada de violencia en nuestro país continua en ascenso.
Ahora, estamos hablando de niños, que deberían estar disfrutando de los juegos en el recreo o de preocuparse por las tareas escolares y en lugar de eso, los estamos formando como una célula de contención en caso de un ataque, los estamos preparando para que cambien esa pelota por un arma de fuego que llevan consigo a donde vayan.
Y eso sucede porque enfrentan amenazas permanentes y hay que estar listos para responder en cualquier momento.
La inseguridad es un tema que nos ha sobrepasado, nuestro país es más peligroso que muchas regiones del mundo que viven en un estado de guerra constante, la cifra de homicidios crece día a día y no parece que encontremos la forma de hacerle frente.
Lo que sucede en esta comunidad no puede ser el ejemplo de país que queremos ser. Es extremadamente preocupante que no atendamos esta situación.
Que vamos a hacer si en un enfrentamiento alguna detonación alcanza a estos niños guardianes, cuál será la excusa, que vamos a rifar ahora para desviar la atención.
Seamos realistas, ¿qué angustia estamos generando en nuestros niños para verse obligados a tomar las armas?, qué futuro les estamos preparando.
No hablamos de Irak, Irán o Siria, hoy hablamos de nuestro país. Hablamos de que existen lugares en México, en donde los niños ya no salen a la calle a jugar, salen armados a defenderse, porque esa es su realidad, una realidad qué en lugar de afrontarla, tristemente queremos solucionar con palabrería y política de abrazos.
