Imaginemos que estamos a finales del siglo diecinueve, en este momento estamos viviendo un sinfín de cambios en el mundo. Estados Unidos comenzaba su naciente dominio en el sector económico y cultural.
En México, la colonia francesa, activa y próspera, incluía familias radicadas en este país, con gran influencia en la banca y el comercio.
Los franceses instalaron sus propias fuentes de abastecimientos para sus negocios comerciales y se situaron en diversos sectores de la producción manufacturera.
Una parte del capital invertido había sido generado en el mismo país y otro tanto fue aportado por banqueros franceses establecidos en México.
La industria textil implemento los adelantos tecnológicos y, gracias a la abundancia de algodón, lana y fibras vegetales, representó un valioso rubro de exportación.
Este cambio de mentalidad de los inversionistas mexicanos fue por la influencia de los residentes franceses, españoles, ingleses, alemanes y norteamericanos; cuyo peso social y económico contribuyó a generar una cultura empresarial por la inversión en valores y nuevos negocios.
Así estaba el contexto económico de nuestro país, en medio de estos cambios y muy acorde con los tiempos de modernidad que se vivían, Margarita, una niña apasionada de la lectura, terminaba su primaria y rogaba a sus padres le permitieran seguir con sus estudios, lo cual no era normal en nuestro México.
Aquí la mujer, de cierto estatus social, estaba destinada a aprender las labores y la economía del hogar. Margarita no se dio por vencida y en contra de sus padres decidió seguir estudiando.
Margarita era hija de un dentista y pasaba las tardes en su consultorio realizando labores sencillas en la limpieza de utensilios, recibiendo pacientes y documentándose con revistas sobre odontología francesas y norteamericanas.
Su padre al ver su entusiasmo comenzó a apoyarla y fue así que, en enero de 1886, Margarita Chorné y Salazar, presentó su examen profesional para recibir el título de Dentista, siendo la primera mujer profesionista de toda América latina.
Este gran logro fue duramente criticado por la prensa, la historia de margarita se convirtió en una historia que podría poner en riesgo no sólo la estabilidad de los matrimonios, sino también de las familias y se planteaba la pregunta de quién cuidaría de los hogares si las mujeres buscaban lo mismo que Margarita.
De pronto, esta historia de éxito se convirtió en una amenaza para el estatus quo de la sociedad mexicana. Para acabarla de amolar, Doña Mague, decidió casarse a una edad inusual para la época, 41 años, y después se separó de su marido estando embarazada.
Margarita fue una mujer revolucionada para su época. Sus batallas íntimas fueron la base para el desarrollo de políticas públicas que posteriormente abrirían la puerta para que muchas mujeres fueran a la universidad.
Es una historia asombrosa que nos demuestra el coraje de la mujer mexicana por sobresalir ante la adversidad que su misma sociedad le representa.
Esa lucha que Margarita emprendió hace más de 130 años, y que parecía llevaría a más mujeres a seguir su ejemplo y cambiar la idiosincrasia de nuestro país, se ahogó en el olvido gracias a los insultos y señalamientos de la prensa y de la misma sociedad.
En la actualidad, su historia hace eco como un ícono de lucha por la igualdad de la mujer en el entorno profesional, una lucha muy mentada en todos lados, pero nunca aceptada.
Lástima Margarita, tantos años han pasado y la lucha aún continúa.