Como en este mundo hay días para todo y para todos, el sábado pasado se celebró a nivel mundial, el día internacional de la felicidad.
Por alguna razón, el Consejo General de las Naciones Unidas llegó a la conclusión de que el mundo necesitaba celebrar la felicidad, entonces en el año 2012, se estableció el 20 de marzo, como el día mundial de la felicidad.
La premisa era muy sencilla, los consejeros de la ONU, llegaron a un acuerdo en el que deberían de señalar una fecha para recordarle a la humanidad que se deben hacer todos los esfuerzos para hacer este planeta más equitativo, incluyente, sostenido y feliz.
Y que ha pasado desde entonces, ¿usted ya se siente más feliz que hace diez años?
Déjeme decirle que, como buenos mexicanos, pachangueros y jocosos, resulta que nuestro país siempre fue catalogado entre los primeros lugares de los países más felices del mundo.
La ONU, designó a un grupo de connotados académicos para que año con año elaboraran lo que ellos llamaron el World Happiness Report, osase el Reporte Mundial de la Felicidad.
Este índice nos evalúa diferentes indicadores, para determinar porque algunos países son felices y continúan siéndolo y porque algunos otros han dejado de serlo.
Al terminar un año de pandemia, era de esperarse que el nivel de felicidad decayera en la mayoría de las naciones, aproximadamente un 10% en general, pero hubo países que tuvieron un enorme descalabro en estos indicadores y para colmo de males y aunque nuestro presidente tenga otros datos, resulta que el país con la mayor caída en el índice de felicidad a nivel mundial es nuestro vapuleado México, nada más descendió 23 lugares.
Antes éramos pobres y felices, ahora somos igual o peor de pobres, pero infelices. Los rubros que según este estudio han afectado más la felicidad del mexicano son los siguientes:
1) La inseguridad económica, la falta de inversiones y el poco apoyo a las empresas, afecta el bienestar subjetivo de los mexicanos.
2) La ansiedad. Se han debilitado los lazos sociales y emocionales de los mexicanos, llevando a un clima de incertidumbre y ansiedad que realmente afecta sus emociones diarias.
3) Estrés. El fantasma de la enfermedad junto a la incertidumbre económica y laboral, así como la rutina y la falta de esparcimiento, ocasiona un estado de tensión y estrés que tiene al mexicano sumido en un pozo de nervios y temores.
4) Falta de salud física y mental. La rutina sedentaria, acentuada de por sí por esta pandemia, ha llevado a afectar tanto la mente y el cuerpo de los mexicanos.
5) La falta de confianza. Los altos índices de mortandad, la inoperante estrategia de salud, la falta de una certidumbre económica, dan como resultado que nuestro país adolezca, solo por debajo de Brasil, de un nada honroso penúltimo lugar mundial en los niveles de confianza de la población hacia su gobierno y hacia sus semejantes.
Estamos muy lejos de la premisa presidencial en la que López Obrador decía que sería la felicidad la que demostraría el desarrollo de México y no el índice del PIB.
Pues bien, ya ni en esto nos salvamos, la sociedad mexicana carece de un sentimiento de credibilidad hacia las acciones del gobierno.
Los desastres en salud y economía, no pueden ser ocultados por las ocurrencias y jocosidades de un jefe de estado.
La 4T no respeta ni la felicidad del mexicano, hasta en eso nos estamos amolando.