En este famoso y cansino combate contra la corrupción, recientemente el sistema de salud ha sido blanco de algunos ajustes bajo dicho argumento.
El calvario comenzó con un creciente y marcado desabasto de medicinas, reducciones en los montos de apoyo a pasantes, recortes de personal en áreas, al parecer no relevantes, como mantenimiento, pero que afectan directamente el accionar del equipo médico y afectan hasta el cuidado elemental de los elevadores de servicio.
Esta situación nos ha dejado escenas vergonzosas de gente con problemas físicos obligada a subir por escaleras para recibir una atención o las bizarras imágenes de cadáveres trasladados por las escaleras de los nosocomios.
Bueno estamos tan austeros, que hemos tenido el cierre de unidades médicas por falta de jeringas.
Para agudizar esta crisis, se han cerrado ya, más de 300 unidades médicas adscritas al programa de Prospera, al desaparecer dicho programa, el Seguro Social dejó de percibir los recursos para poder seguir operando estas clínicas de atención.
Dichos centros se encontraban en zonas marginadas y daban servicio a la población que no contaba con una seguridad social. Esto afecta fuertemente a un sector de la población, ya de por sí desprotegido.
Y es que la reestructuración tan prometida por AMLO de llevarnos a tener servicios de salud como en los países nórdicos, no se ve por donde va o de plano no la entendemos.
A eso súmele el pequeño inconveniente de todo el personal que perdió su trabajo sin posibilidad de ser reubicado o indemnizado, ya que estaba contratado por honorarios.
Desconozco la información que nuestro Presidente tenga respecto de los países con quienes nos intenta comparar.
Supongamos que el camino es el correcto, supongamos que esto es lo que se tiene que hacer para consolidar el sistema de salud prometido, supongamos que así lo hicieron Suiza, Noruega o Dinamarca.
No sería pertinente, antes que nada, elaborar una estrategia para todo aquel que en el proceso se quedó desfavorecido pueda ser atendido en algún lugar o estamos frente a una acción más, de esas que se consultan y deciden con el cuidadoso y meticuloso método de levantar la mano, aunque sigamos fregando al más desprotegido.
