Nuestro Presidente nos indica, que lo importante no es el crecimiento de un país, sino su desarrollo.
Al crecimiento, López Obrador, lo define simplemente como la generación de riqueza, es decir, se le considera como el conjunto de acciones y actividades productivas que genera una sociedad, pero señala que dicha riqueza, no se ve reflejada en el grueso de las personas que participan en su creación, sino que únicamente se permea a unos cuantos, ocasionando una desigualdad social que impide el desarrollo de mejores condiciones de vida para el grueso de los mexicanos.
Por otro lado, al desarrollo lo define como la distribución de la riqueza entre la mayoría de la gente y por ende un mejor bienestar.
Como respuesta a esta búsqueda de desarrollo, la administración actual ha emprendido, según su apreciación, una lucha encarnizada contra la corrupción, ese endemoniado enemigo del pueblo mexicano y villano favorito de la 4T, que nos tiene aquí sumidos en la desgracia.
Así que, según esta amloaventura, al terminar la corrupción, no sabemos cuándo o cómo se determinará esto, todos los problemas de México serán solucionados y seremos potencia mundial.
Le reconocemos al Presidente su lucha, pero la sola aplicación de políticas de suma austeridad, señalamiento de culpables y discursos plagados de esperanzas, jocosidades y hasta burlas, no nos van a ayudar mucho.
Tenemos que observar nuestra realidad, lo que necesitamos es atender todos los aspectos económicos y recuperar la inversión como eje central.
Desaparecer el Instituto nacional del emprendedor, dejar de invertir en investigación y desconocer cualquier estudio económico formal que no le dé la razón a nuestro mandatario, no es un buen comienzo.
Si no ponemos atención, una austeridad mal entendida, promovida por nuestro mismo gobierno, sumado a decisiones extrañas en inversión y obras, nos pueden traer peores consecuencias a futuro.
Al menos ya se aceptó que no todo es culpa de gobiernos pasados, esperemos ahora se acepte, que no es posible entender la prosperidad de una nación, sin articular económicamente crecimiento y desarrollo.