Cultura

Pan de muerto

La noche anterior un grupo de niños tocó a su puerta en repetidas ocasiones, a todo pulmón exigían que se le dieran dulces, de lo contrario le vaticinaban muchas travesuras. Aún con las luces apagadas el timbre no dejaba de sonar, a lo que Matilde decidió contestar No hay dulces buenos en esta casa, solo el resto de las fiestas pasadas. Tomen todo lo que haya y regresen a sus casas. Una vez satisfecha la solicitud los infantes se dispusieron a seguir con su peregrinar, lamentablemente a su paso dejaron basura por todo el lugar. Matilda, hija de panaderos, sufren los estragos del Halloween, ya que al día siguiente acostumbra a preparar 50 piezas de pan de muerto. Agradecen que, las nuevas modas, hayan traído de vuelta el gusto por este pan en los paladares jóvenes.

El binomio vida-muerte tiene un esquema peculiar en la vida mexicana; nuestra sociedad juega con la muerte al grado de vestirse de ella, ridiculizarla y hasta comérsela. Sin embargo, año tras año este juego se convierte en honra y hasta devoción. De ahí que la ofrenda sea para los muertos, y se les brinde aquello que amaron y disfrutaron en vida, aunque por ese mismo tipo de razones hayan muerto, de lo contrario el alcohol, los cigarros y hasta otro tipo de vicios no tendrían cabida en las ofrendas. Pero, de todos estos componentes uno resalta, no solo por su originalidad, sino también por su actual recibimiento por las nuevas generaciones, el pan de muerto.

Y es por lo fortuito de su resistencia ante la modernidad que esta preparación toma importancia. En la década de los noventa pensar en pan de muerto era un tanto monótono, aburrido o hasta arcaico; pues un pan en forma de circular, con piezas pequeñas como adorno y espolvoreado de azúcar llamaba poco la atención. Así pasaron muchos años y toda una generación, de la cual somos parte, que se acostumbró a comerlo ya fuese recién comprado o tieso, pues era el que se quitaba de la ofrenda familiar, en muchas ocasiones había perdido el olor y sabor característicos, y lo colocaba como poco apetecible.

En estos tiempos modernos, es gracias a las modas extranjeras que aquel pan “simple” hace su aparición con rellenos de varios tipos, desde crema de avellanas y frutos rojos, hasta crema batida, canela y vainilla. Y, sin dejar de lado su solemnidad, evoluciona y la sociedad permite la entrada de estas variantes. A pesar de las quejas, de aquellos amantes de lo auténtico, poco a poco experimentamos la transformación de las tradiciones culinarias, los cuales vimos, horrorizados, como una mantecada y una concha habían sido fusionadas. Es así como nos damos cuenta de que la batuta de la alimentación mexicana no depende de unos pocos, sino de la gran masa humana, que vira el bote y despliega las velas con nuevos rumbos.

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Benjamín Ramírez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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