Pareciera cosa fácil comenzar su propio negocio; te levantas temprano, compras la materia prima para el día a día, antes de levantar la cortina aseas el local, haces una selección de buena música, te aseguras de tener todo lo necesario para atender a los clientes, mantienes los alimentos en buen estado y a buena temperatura, y ¡todo listo! Sin embargo, pareciera ser que la realidad es otra, y que el peor problema no se encuentra en el concepto para atraer a los clientes, los altos precios de los insumos o hasta la apatía del mercado en el que queremos incursionar, el peor enemigo es la ley.
Caminando por el primer cuadro de la capital mexiquense es notorio el deterioro de la vida comercial, hace algunos meses comentábamos en este espacio la desaparición del restaurante “Las Ramblas” que, más que un establecimiento de alimentos y bebidas representó por varios años, un referente para degustar una buena comida en los Portales. Del mismo modo, cadenas comerciales de hamburguesas han declinado este espacio comercial, sumando tiendas de ropa, zapaterías y hasta un viejo hotel que en su último momento anunció una remodelación y posteriormente desapareció.
Las razones pueden estar inclinadas a varios vértices, hace apenas unos días hubo una reunión entre comerciantes de la zona y el aparato gubernamental y las quejas fueron claras: mucha inseguridad, altos costos en las rentas y falta de apoyo. Dando un vistazo a la lista de requisitos para abrir un establecimiento de alimentos y bebidas, incluidas bebidas alcohólicas con graduación alcohólica menor a 12° G.L., el gasto se podría costear sin menor problema, los inconvenientes aparecen una vez que el establecimiento inicia operaciones, pues la visita de inspectores representa una constante amenaza, al igual que los intentos de extorción, sin referirnos a ningún caso en particular, la probabilidad de éxito depende de qué tanto el propietario está dispuesto a pagar para garantizar no sólo la funcionalidad del negocio sino, además, la seguridad del mismo.
Ante esta situación el escenario parece poco claro, la fuga de capitales grandes a municipios conurbados es cada vez más constante; el emporio que se ha gestado en Metepec ha acaparado la mayor cantidad de plazas comerciales, restaurantes y zonas habitacionales, situación que a la larga puede repercutir en la vida artesanal de este municipio pero, por otra parte, Toluca como capital, podría comenzar un deterioro tanto en infraestructura como en vida pública, pues no habría un sector turístico que competir. Lanzando una plegaría al cielo, esperamos que se atiendan casos como el aquí presentado, ya que es preocupante la cantidad de espacios desperdiciados y locales comerciales en pleno abandono.
La realidad restaurantera
- Del plato a la boca
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Benjamín Ramírez
Ciudad de México /