Cual proverbio chino, las consecuencias provocadas por un comentario pueden ser incalculables, desde un dato sin importancia hasta afirmar que el consumo de un producto nos puede llevar a la muerte. En estos tiempos la información no vuela, viaja a la velocidad de la luz; para muestra presentaremos uno de los casos más sonados en los últimos días, los niveles de arsénico en el agua mineral de la marca Peñafiel.
El arsénico es un metaloide, se encuentra con facilidad en las aguas subterráneas, aunque también está disponible en zonas rocosas o en el aire, por dar algunos ejemplos. Se clasifica en varios compuestos de los que podemos destacar: orgánico e inorgánico por ser los más presentes en alimentos. De ambos, el inorgánico se relaciona con padecimientos cancerígenos y problemas cutáneos; y el orgánico presenta una intoxicación menor. Los productos agrícolas, pescados, mariscos y cárnicos presentan arsénico orgánico, mientras que las aguas subterráneas suelen contener niveles altos en arsénico inorgánico. El agua mineral, al ser extraída de manantiales, se convierte en la principal fuente de consumo del tan mencionado elemento químico, pero tras un proceso de eliminación de metales pesados y otros agentes nocivos para la salud, se obtiene un líquido con numerosos beneficios para el ser humano.
Por lo tanto, las implicaciones perjudiciales del agua mineral de manantial son bajas. Sin embargo, hace unos días la revista Consumer Reports, publicó un estudio en el que alertaba de los altos niveles de arsénico en la marca mexicana Peñafiel junto con otras cinco marcas (Starkey, Crystal Geyser Alpine Spring Water, Volvic, Crystal Creamery y EartH20), alertando a los consumidores tanto norteamericanos como mexicanos. Las autoridades nacionales, así como los organismos dedicados a la protección del consumidor, realizaron pruebas primarias en el agua mineral, resultando en niveles permitidos, tanto en México como en Estados Unidos. Ante lo sucedido, se ha llegado a insinuar que lo expresado por Consumer Reports puede estar ligado a una estrategia de desprestigio o una tergiversación de los números, y las conclusiones de las pruebas únicamente presentaban variaciones de los niveles de arsénico, pero siempre por debajo de lo permitido.
Y así como el mínimo aleteo de una palomilla puede ocasionar un tsunami en el otro extremo del planeta, una opinión convertida en resultados científicos logra impactar al consumidor, que en los últimos años ha sido bombardeado con la paranoia de la asepsia, en la que hasta el mínimo microorganismo debe ser eliminado para poder considerar algún alimento como saludable, cuando en realidad el cuerpo humano coexiste con este tipo de seres vivientes o elementos químicos, que bajo un control consciente, no representan peligrosidad alguna.