Cultura

Dulces navidelicias

Como si se tratase de un sueño surrealista, las calles que lucían oscuras por el cambio de horario comienzan a tomar color, algunos de manera tímida, otros de forma extravagante. Sobre las grandes vialidades se pueden ver estructuras metálicas en forma de figuras invernales iluminadas con series de colores intensos. A la par, de manera instintiva, al menos en este lado del hemisferio, una serie de aromas aparecen ante nuestro olfato. Algunos acaramelados, tostados y algo que podemos llamar dulce. La temporada decembrina trae consigo fiestas, festinas y, culposamente, la gula. Pero ¿por qué nos es tan placentero estos sabores?

En términos específicos, los culpables son dos personajes llamados carbohidratos y grasas. Este par de bribones (sin afán de ser ofensivo), se presentan en forma de pan, pasteles, alimentos fritos, postres, bebidas, solo por mencionar algunas de sus presentaciones. Y es muy común que en cualquier festividad nos encontremos con alimentos de este tipo, más si nos referimos a la cantidad de convivios, cenas, brindis y demás formas de despedir un año más.

Pero, volvemos a nuestra inquietud ¿Por qué nos atraen tanto? Aquí debemos separar al ser humano racional y a su parte biológica, esta última responsable de seleccionar a aquellos alimentos que nos permiten sobrevivir, a toda costa. En este sentido tanto los carbohidratos como las grasas son fuente de energía para cualquier organismo; al entrar en contacto con la lengua nuestro cuerpo los detecta y nos estimula a comerlos, indicando que son deliciosos.

Aunque en realidad, si son deliciosos o no queda en segundo plano cuando hacemos conciencia de que el periodo invernal representa, para el cuerpo humano, un desgaste de energía que busca mantenernos a una temperatura adecuada, razón por la cual, en teoría, deberíamos perder peso en esta época del año. Al menos eso ocurría en siglos pasados, ya que no se contaba con sistemas de calefacción más allá de pesadas pieles de animales, las fogatas o las cocinas de carbón.

Pero, con los avances tecnológicos que se suscitaron con el paso de los años, la costumbre de consumir grasas y carbohidratos en grandes cantidades para tener energía suficiente no tuvo la misma razón de ser, y se convirtió en un gusto, un placer o, para algunos, hasta un pecado.

Lamentablemente este consumo excesivo provoca, año con año, el incremento en problemas de salud que iremos desarrollando a lo largo de nuestra vida. Y que hoy en día, como hemos dicho en este espacio en varias ocasiones, es un elemento característico de nuestra sociedad. A final de cuentas no es necesario eliminar este tipo de alimentos de la dieta, porque las grasas y los carbohidratos forman parte de nuestro organismo, lo único que podríamos hacer es generar un consumo responsable.

Benjamín Ramírez

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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