Cuando nos hablamos del coco, la fruta y no el mito urbano, prácticamente nos remontamos a una playa llena de palmeras, donde en el cima de estas podemos apreciar estos frutos de cascara verde y gruesa. De igual forma nos saboreamos el agua que de la misma se extrae, o los trozos del fruto con un poco de sal, chile piquín y limón. Únicamente en verano, aquellos que nos encontramos lejos de las costas del territorio nacional, podemos ver camiones cargados con este fruto, ahí mismo lo pelan, lo parten y lo preparan; un cachito del trópico en la ciudad.
Pero no es la única manera en la que podemos disfrutar de esta fruta, la vasta dulcería mexicana tiene entre sus elementos a la cocada, que es, en su receta básica, pulpa de coco rallada, cocida con azúcar o piloncillo y agua de coco o agua natural; se dispone en forma de tambor o redonda. Aunque cada estado del país lo presenta de manera un tanto diferente. Por ejemplo, en Colima se endulza con miel de azúcar, se le agrega leche y yemas de huevo; las llaman alfajores cuando son de duras, dependiendo de su forma las conocen como discos, tortillas, barras, volcanes, bocadillos, entre otros.
En Oaxaca y Veracruz se hornea, sus ingredientes son coco rallado, agua de coco, azúcar, leche, yemas de huevo y ron; al quedar lista la masa se coloca en un platón, se decora con nueces, pasas o canela y se mete al horno. Tabasco cuenta con una receta un tanto diferente, ya que en ese estado se mezcla con diversas frutas como piña, camote o ambas; es común encontrarla en forma de rombos, se compra en los mercados o de casa en casa.
Un hecho importante es que, a pesar de ser un fruto propio de la costa, la cocada tiene importantes productores dentro del país, casos como el propio Estado de México podrán dar cuenta de ello. Toluca es conocido por su tradición en dulces típicos, entre ellos la cocada. Se tiene la particularidad de prepararla en múltiples formas, ya sea con azúcar blanca, morena o piloncillo, combinada con frutas, decorada con semillas y presentada en diversas formas.
Los dulces típicos en general, probablemente, fueron resultado de una manera de preservar los alimentos, en este caso el coco, al no encontrarse de manera natural en un clima frío, fue muy apreciado al grado que se buscó la manera de poder disfrutar aunque fuera de esta forma, lo que posiblemente, nunca se imaginaron es que tuviera un gusto especial, muy diferente a consumirlo fresco, pero con el mismo resultado, ser del agrado de la gente.