Cultura

Bicentenario culinario

Sebastián llegó del mercado pasadas las 9 de la mañana. Dos bolsas de mandado a tope mostraban el éxito de sus compras. Días antes había preparado una lista de pedidos y otra de posibles clientes. Las redes sociales se convirtieron en una excelente oportunidad de recuperar aquello que el año pasado perdió, ingresos. En su lista se leía chiles poblanos, crema, queso, granda, carne molida, diversas especias y frutos secos. Mientras desinfecta todos los alimentos recuerda las diversas historias de los chiles en nogada, platillo que desde su infancia aprendió a preparar junto a su familia.

Las famosos Chiles en Nogada, de los cuales ya se presentó en entregas anteriores datos referentes al capeado y el simbolismo en torno a ellos, aún cuentan con múltiples elementos por comentar. Y más cuando justo en este año se celebrarían sus posibles 200 años de creación. Pero vayamos por partes; la versión oficial dice que fueron monjas del convento de Santa Mónica quienes, ante la inminente avanzada del Ejército Trigarante, decidieron honrar el arribo de Agustín de Iturbide y sus soldados. El emblema de dicha avanzada, la bandera Trigarante o de las Tres Garantías, sería el pretexto perfecto para buscar emular sus colores en un platillo.

Sin embargo, y aquí empiezan los conflictos, existen una serie de imprecisiones acerca tanto de la creación como de la posible fecha o momento de preparación. Desde una percepción histórica, el gusto por las carnes picadas, condimentadas y acompañadas con frutos secos está fuertemente ligada con el Medio Oriente y los paladares indios, de la India, pues en esta región se acostumbraban las preparaciones agridulces; mismo fenómeno acontecería con el consumo de la granada roja. Es posible que dicha herencia culinaria llegara a España mediante los intercambios culturales con el mundo árabe y, a su vez, aterrizara en el Virreinato de la Nueva España. Por otro lado, antiguas recetas de la nogada la colocan como una crema o sopa hecha a base de pescado, en algunos casos acompañado con nuez y especias. Únicamente el libro de cocina del hermano fray Gerónimo de San Pelayo especifica que deben ser nueces de Castilla.

Otro punto interesante se fundamenta en la fecha en que fueron servidos a Iturbide. Mientras que el periodista Agustín Aragón Leyva menciona que fue el 21 de agosto de 1821, el escritor Artemio Del Valle Arizpe los coloca como el 28 de agosto de 1822, coincidiendo con el santo del, para ese entonces, Emperador de México. Lo que reforzaría la historia de que dicho platillo era para honrar la presencia del monarca, aunque el imperio durara poco. Es así como justo en esta fecha nos acercaríamos, de ser cierto, a la presentación de dicho platillo, en su versión del año 1821, previa a la entrada del Ejército Trigarante, un 27 de septiembre del mismo año.


Benjamín Ramírez

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