Guerra Y Paz inicia con el baile de Anna Pavlovna, dama de honor de la reina María Feodorovna. El príncipe Basilio, le cuenta, en el francés depurado y elegante que hablaban los nobles rusos, cómo Bonaparte estaba arrasando con sus propiedades. Tolstoi describe el lujo y estilo de los vestuarios, la música, vajillas, muebles, peinados, perfumes, la familiaridad con que Pavlovna se refiere a los invitados: “mi tía”, “mi prima”, y la actitud de cada uno de ellos, saben quién es quién, comparten sangre, linaje, educación y amantes.
El libertinaje de los nobles franceses, fue perseguido por los revolucionarios puritanos, llevaron a la guillotina a personajes culpables de vivir ese libertinaje como un momento estético, con su estilo de vestir, hablar, amar y cultivar las artes. Las memorias de muchos de ellos sirvieron para condenarlos, y décadas después se inmortalizaron en piezas literarias e históricas.
Algunos lectores juzgan de frivolidad que escriba sobre el docudrama rosa de Harry y Megan, con molestia ideológica y utilitaria, no lo ven como un “tema” para una columna y menos que esa historia rosa sea el detonador de la liberación de las “nueras oprimidas” como yo las llamo. En Guerra y Paz, las páginas de Paz son las más emocionantes, son los chismes, amoríos, pleitos y fiestas de los nobles rusos. El extremo es Proust con En Busca del Tiempo Perdido, se ocupa de gente justamente como Harry y Megan, y los hace personajes de una de las catedrales de la novela que explora en las arbitrariedades del amor y la naturaleza humana.
Las grandes novelas y obras de teatro están inspiradas en seres humanos que podrían aparecer en un docudrama rosa o un tabloide, esas historias son la materia prima de la novela decimonónica que edificó el drama humano como una narración eterna y poética. Las tragedias de Shakespeare fueron escritas desde la venganza de King James y después Queen Elizabeth contra sus parientes. Madame Bovary es la historia de una mujer que se llenó la cabeza de tabloides y novelas rosas, y abrazó la ficción y realidad de esas historias para negar su propia realidad. Miles de hombres y mujeres han sido Madame Bovary, entre ellos Flaubert que la escribió como una confesión.
Adoro la frivolidad porque es materia del Arte y la Historia, las novelas que más he admirado y disfrutado están plagadas de personajes que hoy salen en los tabloides. Es poco “progre” y de “izquierdas”, porque la naturaleza humana sometida a la ideología produce aberraciones literarias con “mensaje políticamente correcto”. Estoy con la incorreción política de los libertinos franceses guillotinados, con la de Proust, y con una mujer apasionada que usaba morfina, iba a bailes, tenía un amante y se arronjó en las vías del tren, buscando el suicidio más doloroso y poético de la literatura: Ana Karenina, y su muerte habría sido publicada en el Daily Mail. Dejo a Balzac y a Zola en suspenso. Si buscan algo políticamente correcto lean los boletines del régimen.
Por Avelina Lésper
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