La discusión que sostuvo Arturo Rodríguez, reportero de Proceso, con el Presidente de México, durante la mañanera de principio de semana, arrojó datos que hacen pensar en la mala percepción del mandatario respecto a lo que significa la labor de informar a través de los medios.
Hay una definición que manifiesta que “el periodista es una persona dedicada a ejercitar la libertad de expresión y su trabajo consiste en investigar y descubrir temas de interés público, contrastarlos, sintetizarlos, jerarquizarlos bajo estrictas normas de ética…”
Los temas de mayor interés están contenidos en el quehacer político. Son los actores de esta actividad los que dan la noticia, la que la gente común quiere conocer y repetir. No es papel del que trabaja en medios torcer su verdad para complacer al funcionario.
Desde su llegada a la presidencia, el Primer Mandatario ha denostado a quienes critican su forma de gobernar, con calificativos que repiten por doquier quienes creen en él. Es común escuchar la expresión “periodista chayotero” a quienes ayer no tenían la más remota idea de lo que significaba el término “chayote” en la jerga periodística.
Es común escucharlos decir: “por qué antes no hablaban de los otros presidentes?” El mismo mandatario dijo el lunes, que, durante años, los medios no hablaban de la corrupción que se vivía en México y que pasó de noche el período neoliberal. Sus seguidores le copian. Pero cuando se les responde se sorprenden y quedan mudos porque no saben qué sigue. Es que no conocen el guión completo.
Cuando el Presidente habló de los Flores Magón, olvidó que no fueron periodistas, sino revolucionarios que hasta hicieron intentos de levantamientos en diferentes lugares de México. La Prensa no fue más que un medio para ayudarse a difundir sus ideas revolucionarias. Por eso, jamás estuvieron de acuerdo con Francisco I. Madero, quien pensaba en la partida de Porfirio Díaz, pero por artes diferentes.
Un editorial que apareció en Excélsior y que habló en contra del entonces Presidente José López Portillo por aquella expresión: “les pago para que me peguen”, fue escrito por un servidor. Enseguida, todos los medios apuntalaron esta actitud.
Otros presidentes sufrieron ataques realmente crudos, como Ernesto Zedillo y Peña Nieto, a quienes hasta injuriaron. Hoy, como ayer, la Prensa es crítica y así continuará, mientras no se empleen mecanismos para acallarla.