En esta época del año que se suma el calor y la lluvia, se hacen presentes en nuestro entorno múltiples expresiones de la biodiversidad que a veces significan un motivo de molestia, incomodidad e incluso disgusto, algo que en mayor o menor medida sucede como en el caso de los mosquitos que no dejan conciliar el sueño o ante el temor a encontrar un insecto, araña o algún ser vivo que consideremos pone en riesgo nuestra seguridad.
En ocasiones este temor se vuelve tan intenso que se le considera una fobia que quien la sufre puede llegar a requerir un tratamiento especializado.
La primera fobia como tal, se reporta que la describió Hipócrates hace 2 500 años sobre un hombre que le aterrorizaba la música de flauta si la escuchaba en la noche. Aunque quizá las fobias a los insectos y otros seres vivos han sido parte de la humanidad pues las reacciones que producen tienen mucho que ver con la sobrevivencia.
Un organismo que despierta muchas reacciones y fobias son las arañas, explican los científicos de la Universidad de Columbia, USA, que es un producto de la evolución del ser humano, quizá representaban una amenaza por su veneno y ante la posibilidad de encontrarles en múltiples sitios se “mantiene” este recuerdo y la tendencia a evitarlos, otros mencionan que es algo aprendido
La verdad es que entre una u otra causa el temor se presenta y más si nos enteramos que arañas como la especie Loxoscelestenochtitlan, conocida como araña violinista y descubierta en el año 2019 por científicos de la UNAM y de la Universidad Autónoma de Tlaxcala; se encuentra en la Ciudad de México, el Estado de México y Tlaxcala. Esta noticia nos resulta preocupante pues sabemos que la violinista tiene un peligroso veneno cuyas toxinas pueden causar graves problemas de salud.
La convivencia que tenemos cada vez más cercana y frecuente con los insectos y artrópodos tanto por su pequeño tamaño y por los espacios que habitan, se incrementa ante el calentamiento global y con más énfasis cuando nosotros mismos y por nuestros hábitos propiciamos los espacios en donde encuentren refugio.
Ante esta circunstancia y considerando que seguiremos coexistiendo con la naturaleza, lo mejor es enterarnos de los hábitos de estos organismos, realizar limpieza constante en los lugares en donde prefieren vivir para no tenerlos en casa y estar conscientes de que en el orden natural todos los seres vivos son necesarios.
Arlette López Trujillo
FES Iztacala, UNAM