Ilusiona que este tiempo de confinamiento e intensa preocupación por la salud termine vislumbrándose escenarios de regreso a las actividades presenciales, que implican un nuevo reacomodo en nuestra vida cotidiana. Entre estos se encuentran la nueva distribución del tiempo, la reorganización de nuestras labores, y una forma diferente de relacionarnos tanto con la familia como quienes nos rodean, aquí encontramos una presencia cercana que contribuyó a la estabilidad emocional en estos tiempos de impredecibles sucesos.
Me refiero a la solidaria presencia de los animales de compañía o mascotas que han sufrido por la falta de consideración y la gran desinformación que hemos vivido durante la pandemia.
Recordemos que ante el temor de contagio, se llegó a creer sin referencias científicas que los perros y gatos podían transmitir el temido coronavirus, motivando el abandono de mascotas, como reportaron los albergues de animales en la Ciudad de México pues de cada 10 llamadas 8 eran para reportar abandono animal
Posteriormente y ante la comunicación que la Organización Mundial de la Salud emitió, desmintiendo esta creencia, se adquirieron nuevamente y con especial preferencia a gatos y perros en importantes cantidades.
Motivos para este incremento son diversos ya que la presencia de una incondicional mascota ha demostrado su influencia positiva en la salud reduciendo el estrés, la sensación de soledad, incluso se refieren en estudios clínicos, como protección contra enfermedades cardiovasculares y son también un importante recurso terapéutico como muestran estudios realizados por la Universidad de Antioquia.
Al margen de estos beneficios, el abandono de las mascotas se vuelve a incrementar, por una parte por la falta de recursos para su mantenimiento, por otra porque simplemente “ya no los querían”, el resultado según reporta INEGI es que existen 23 millones de mascotas en México de los cuales solo 5.4 millones tienen un hogar, el resto una vida de hambre y maltrato en las calles. Adquirir una mascota implica una gran responsabilidad de cuidado y atención que merece cualquier ser vivo y más si este formará por algún tiempo parte de la familia, un animal de compañía no puede considerarse como un capricho, hagamos nuestra la aseveración del filósofo Kant quien dice que “podemos juzgar el corazón de una persona por la forma en que trata a los animales”.
Arlette López Trujillo
Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM