El día 22 de mayo la ONU lo dedica para celebrar y reflexionar sobre la biodiversidad biológica. En esta ocasión el lema “Construir un futuro compartido para toda la vida en la Tierra” fue la convocatoria para reflexionar y también actuar.
Pero ¿comprendemos realmente el complejo concepto de biodiversidad? Quizá muchas personas puedan dimensionarla por los servicios ambientales que proporciona, por los recursos alimenticios que se obtienen de las cosechas, la polinización de las plantas, los medicamentos y otros beneficios que para el sustento de la vida humana, la biodiversidad provee.
Sin embargo, realmente estamos valorando que esta relación entre el ser humano y la naturaleza afecta históricamente y de manera importante a la biodiversidad que sostiene la vida. ¿Cómo podemos afectar lo que nos permite subsistir y que además forma parte de nuestro entorno vital?
Quizá sea necesario partir del análisis de la relación entre las culturas y los entornos naturales como lo propone González y Barahona (2003) destacando que “debido al aumento en las presiones que ejercen las poblaciones humanas en constante crecimiento y el desarrollo de la agricultura moderna, el uso de la biodiversidad ha perdido su importante papel en los sistema biológicos”. Comentario muy pertinente si analizamos que la percepción y la consecuente conservación o explotación de la biodiversidad tiene un vínculo estrecho con la cultura y el interés económico de las comunidades y la sociedad en general.
Es hasta la Convención sobre la Diversidad Biológica en el año 1992 que se considera el impacto negativo de la actividad humana en la biodiversidad, así como de grave y grandes consecuencias la extinción de especies. La biodiversidad no es solamente un tema de atención y ocupación de los científicos sino de toda la sociedad, ya que todos dependemos de los sistemas biológicos que a su vez se asocian a procesos socioculturales.
Es urgente sumar esfuerzos individuales para que desde nuestros espacios y cotidianidad evitemos la pérdida de la biodiversidad y en consecuencia de los alimentos, el oxígeno, el agua etc. Protejamos las áreas silvestres, el hábitat marino, los cuerpos de agua y ríos, modifiquemos hábitos de consumo, tengamos una participación responsable, cada uno aportamos algo necesario que se multiplica para mantener el necesario equilibrio ecológico y la permanencia de la vida.
Arlette López**FES Iztacala UNAM