Han llegado varios videos a la redacción en los que los ciudadanos dan cuenta de la temeraria actuación de agentes del Instituto Nacional de Migración con los extranjeros que a últimas fechas han tomado la colonia Santa Rosa de Gómez Palacio como refugio.
El fenómeno es agridulce, ambivalente.
Primero, en varios lugares del país hay historias trágicas, lamentables desde cualquier punto de vista, hombres, mujeres y niños que sufren en 360 grados, deben dejar sus países de origen en Centro y Sudamérica debido a problemáticas sociales como la marginación, la desigualdad, pero principalmente la violencia, luego esas mismas personas, que deben desplazarse por razones humanitarias están condenadas a sufrir cualquier cantidad de vejaciones en el camino, ante la mirada indolente de las autoridades; el rechazo que viven en nuestro país, el inminente peligro de viajar sin las mínimas condiciones de seguridad en el sistema ferroviario mexicano y lo más importante, que la "Ciudad Esmeralda" a la que quieren llegar ya no es, ni remotamente, un paraíso, ellos desconocen que Estados Unidos dejó de ser, desde hace mucho tiempo, un lugar de acogida para los extranjeros, porque además de las férreas políticas de inmigración, existe discriminación, sin dejar de lado que para llevar una vida medianamente cómoda, ellos deben tener dos o hasta tres trabajos, no, eso dejó de ser un sueño desde hace muchos años, pero los migrantes lo desconocen o simplemente no quieren verlo, lo verdaderamente importante es huir, esa es su única opción.
El envés de la migración es innegable y sin fustigarlo, está presente:
La huella de los extranjeros por el país, porque ninguna comunidad está preparada para contener a las caravanas; gente viviendo a las afueras de las casas, dicen algunos que hay mucha basura, otros que usan predios baldíos como sanitarios, otras que se sienten atosigadas por los hombres, pero qué es lo que debemos hacer como sociedad, nuestra visión debe ser humanitaria, esas personas no están en México por gusto, están en nuestro país por necesidad, es su trayecto, aunque es casi seguro que no van a pasar más allá de la frontera.
Nosotros no somos ninguna autoridad por lo que el juicio no es el terreno en el que debemos movernos, la de nosotros es una suerte de apoyos que debemos generar, hacerles más sencillo el calvario que per se han vivido durante meses, en lo que los mandatarios de los países tratan de concretar políticas públicas para contener el fenómeno que parece, día con día, agravarse y salirse de control.