Uno detrás de otro detrás de otro detrás de otro. En fila. Como los problemas. Como las palabras en este texto en donde una sigue a la otra que sigue a la otra. Caravanas. Cruzando por desiertos, como el desierto del papel en blanco. Caravana de migrantes: de hombres, mujeres y niños que cruzan el desierto sin oportunidades y sin seguridad en que se ha convertido su país, en esta ocasión llamado Honduras. Y en fila, detrás de los migrantes que se enfrentan a la Guardia Nacional en nuestra frontera, viene la caravana de fotografías. Las que vemos y las que no vemos. El migrante sometido: pecho, cuerpo, manos y cara en tierra. Encima de él, uno de los nuestros: uniforme recién estrenado, gorra, lentes oscuros y banderita de México bordada en la manga. El migrante está inmovilizado en el suelo por el abrazo que nuestro guardia le propinó por la espalda. ¿Abrazos? Estando uno encima del otro, el abrazo se transforma en un nudo en el pecho del migrante que solo le permite apenas voltear la mirada, esa que se encuentra con la nuestra y descubrimos que también tenemos un nudo, pero el nuestro en la garganta. Caravana de emociones: vergüenza, indignación, miedo, tristeza y pena. Sentidas una detrás de la otra, al mismo tiempo, amontonadas todas en los lindes del Suchiate.
Puestos en los zapatos gastados del migrante es imposible no entenderlo: a golpes, a patadas, a como dé lugar, hay que encontrar un futuro. Y si la opción es batirse con un guardia, pues a batirse, total, ¿quién te puede golpear más fuerte de lo que ya te ha golpeado la vida? Puestos en las botas del guardia tienes una orden: contener la frontera evitando la violencia cuando dos mil migrantes dispuestos a todo se te vienen encima. Puestos en el lustroso calzado de Trump hiciste una promesa: proteger tu frontera de ilegales. ¿Presionar a México para que haga su parte? Sí, y a quien sea. ¿A pesar de que México había dicho otra cosa? Con más razón. ¿A costa de su tratado comercial? De lo que sea. Puestos en los zapatos de nuestro Gobierno quedamos en el centro. Dos piedras gigantescas, una en un zapato y otra en el otro. Contener a los migrantes y contener a Trump con lo que tenemos. No hay opción.
Un problema imposible en donde nadie tiene la culpa y todos tienen la razón. ¿Cómo hacer que lo entienda el que lo escucha y el que lo ve? Caravana de versiones, de declaraciones, de conferencias, de desacreditaciones, de renuncias y de insultos, cuando el que debería dar la cara, Honduras, la mantiene escondida, y los que podrían ayudar, los organismos supranacionales, no levantan la voz.
Y si la caravana migrante se fue para pronto regresar, llega la Caravana por la Paz: caravana de muertos, caravana de víctimas, caravana de indignación, caravana de tristeza, caminando por el desierto del Zócalo que no tiene a nadie que quiera escuchar.
Caravana de temas, caravana de corrupción, caravana de intimidación, caravana de padres pidiendo por sus hijos enfermos, caravana de conferencias. Caravana de tos, caravana de virus, caravana de contagios, caravana de enfermos.
Caravanas que no están dispuestas a hacernos ninguna caravana o reverencia. Caravanas que nos pasan por el corazón y hasta por debajo de la lengua.
@olabuenaga