Lo más devastador de todo lo que le pasó a Noroña la semana pasada —la revelación de que tiene una casa de 12 millones de pesos, de que sus ingresos no solo no son claros, sino que no cuadran con sus gastos, de que no cree en la austeridad republicana de Morena ni en la justa medianía de Juárez, de que Alito Moreno le picó el pecho con un dedo índice como una espada, de que lo zarandearon y de que lo zapearon— es que se dio cuenta de que no lo querían.
En política, el que no te quieran es aún peor a que te odien: el odio al menos te reconoce como enemigo, pero Noroña no llegó hasta allá. Simplemente lo desprecian. Y para entenderlo, no es necesario ver ningún video, ni la toma lateral, ni la frontal y mucho menos en cámara lenta, para poder concluir quién agredió primero. No importa. No quieren a Noroña y la demostración es que, siendo Alito Moreno uno de los políticos más desprestigiados de la política nacional, representante de una de las marcas más deterioradas de nuestro espectro político, quedó claro que hay alguien a quien la gente quiere menos: Noroña. De ahí que una de las reacciones que la gente hizo tendencia en redes sociales fue la etiqueta #TeamAlito. Expresando, sin asco, pudor o remilgos, que en este pleito estaban a favor de Alito, evidenciando que Noroña estaba muy por debajo del último nivel.
El sociólogo alemán, Axel Honneth, dice que lo que debió sentir Noroña entonces se llama “herida moral”, que es la marca psicológica y social que deja la falta de reconocimiento. Por eso le reclamó de manera absurda y desproporcional a Ciro Gómez Leyva: recordándole que cuando atentaron contra su vida él se había solidarizado y que ahora esperaba lo mismo en este episodio. Insinuando que nueve disparos eran equiparables a ese dedo índice que tanto lo había lastimado.
Honneth agrega que esa herida moral no solo despoja al individuo de autoestima, ese desprecio lo humilla y lo deslegitima. Duele. Por eso al señor de verde que traía un palo para sostener su cámara que más bien parecía sostén de banderita para guía de turistas, ese al que empujaron y tropezó con una silla, Noroña lo disfrazó con un collarín y un cabestrillo y se fotografió con él. Por eso Noroña pidió el desafuero para Alito y también para su dedo índice.
Así, mientras las cuentas oficiales cerraron filas con Noroña, las redes se inundaron en un tsunami de memes en donde Alito era el héroe y Noroña un nuevo personaje cancelado al que llamaron LLoroña. En el tribunal digital, Noroña había sido condenado a caer mal, a ser un exiliado emocional.
Un problema adicional del desprecio hacia Noroña es que un pedazo de ese sentimiento le toca a la marca que lo cobija. Es decir, un pedacito de ese desamor le toca a Morena. Por eso la Presidenta intervino. Defendió a Noroña y arremetió contra todos los demás. No funcionó. Con risas y carcajadas, Team Alito era imparable. La Presidenta dijo entonces que eran bots, que era comprado y, sin embargo, datos de diversas cuentas en internet aseguran que la inversión oficial fue mayor hacia Noroña.
En su defensa, Noroña dijo ser un hombre mayor y que Alito entrenaba box. Lo irónico fue descubrir que, para mandarlo a la lona, con un dedo índice bastó.