Política

Todos somos Torreón

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¿Y si nos dejamos de estupideces cuando nos enteramos de noticias como la de Torreón?

A estas alturas de las masacres estudiantiles en México, es de pena ajena que sigan circulando imágenes que no deben circular, que se atente contra los derechos de nuestros menores de edad y, lo peor de todo, que se desvíe la atención llevando esto hacia otros lados.

Si ese niño hizo lo que hizo, no fue solo por lo que pasó en Estados Unidos en 1999, no fue solo por culpa de un videojuego ni fue solo por haber nacido durante la guerra contra el crimen organizado de Felipe Calderón, como se ha dicho, en la cúspide del horror, en muchos lugares. 

Esto no es un ejercicio de entretenimiento, de manipulación o el tema del día de su talk show favorito.

Esa maestra muerta podría ser usted. Ese niño muerto podría ser el suyo. Y ese joven asesino podría ser su hijo. ¿Cómo quiere que se lo diga? ¿Cómo quiere que le haga entender la gravedad de esta nota?

¿Por qué, en lugar de jugar a aventarle la bolita a otras instancias, no nos miramos a los ojos y nos decimos la verdad? A esas personas que mataron en Coahuila, no las asesinó un muchacho. Las matamos todos. Las matamos usted y yo.

Ese niñito que entró a un colegio con un arma cargada no es un ente enfermo, desviado o ajeno. No es el protagonista de la noticia más sensacionalista de la temporada. Somos todos. Somos usted y yo. Sí, usted y yo.

Las masacres estudiantiles, sean donde sean, y sean como sean, no son como otros hechos de sangre, nos pertenecen a todos. Somos todos ahí.

Aunque usted viva a más de mil kilómetros. Aunque usted pertenezca a otro partido. Aunque usted se dedique a otra cosa. Aunque usted tenga la edad que tenga. Aunque usted sí sea bueno. 

Un chico que manda mensajes que nadie atiende, que consigue un arma, que la mete a una escuela, que la descarga contra sus compañeros, que le dispara a su maestra y que se quita la vida, es un chico que nos está diciendo algo.

Un niño que va al colegio y que termina muerto o herido por otro niño, nos está comunicando algo. ¿Y qué me dice de la maestra? Su muerte manda un mensaje horrible. Cuando algo así ocurre, todo está mal. Y todo es todo. Quien diga que no tuvo nada que ver aquí, es el primer culpable.

Los hechos de Torreón involucran a todos y cada uno de los elementos de nuestra estructura social: la familia, los amigos, la escuela, las autoridades, la Iglesia, los medios, las redes sociales, la ciudad, el Estado, el país.

Obviamente hay muchas cosas qué investigar y resolver, pero yo quisiera pedirle un favor: 

Pregúntese qué fue lo que hicimos mal como para que esas personas perdieran la vida, qué fue lo que hicimos mal como para que ese chiquito hiciera lo que hizo.

Si nos preguntamos esto en lugar de divertirnos con la nota como últimamente lo estamos haciendo con todo, tal vez le salvemos la vida a alguien, tal vez nos salvemos la vida a nosotros mismos.

Torreón somos todos. Asumamos la responsabilidad de lo que ocurrió ahí. Tengamos los pantalones de una buena vez por todas de hacerlo. Reflexionemos, corrijamos y perdonémonos.

No hay otra cosa que se pueda hacer. No hay otra cosa que se deba hacer para seguir viviendo. ¿O usted qué opina? 


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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • [email protected]
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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