Política

Precampañas del terror

Aquí hay una suerte de ingenuidad, de mala onda o, de plano, de estupidez porque todo este asunto de las precampañas está más que superado por la realidad.

Se supone que, después de muchas experiencias, de todo tipo, nuestro Instituto Nacional Electoral decidió cambiar las reglas del juego para favorecer el ejercicio de la democracia en nuestro país.

¿Y qué hizo? Entre otras cosas, abrir un periodo para que los partidos decidieran quiénes iban a ser sus candidatos y para que los independientes demostraran estar a la altura de las circunstancias.

Después vienen: una temporada como de silencio (para que los partidos mediten el tema de sus candidatos), las campañas, otra veda para que la ciudadanía reflexione su voto y las elecciones.

¿A usted no se le hace excesivo? No conozco un solo país donde los partidos y los ciudadanos se la pasen meditando como si no tuvieran nada más qué hacer.

Además de que las cosas no son así. Los partidos no solo sabían desde un principio quiénes iban a ser sus candidatos. ¡Ya hasta se habían aliado para sumar votos!

Y allá van los independientes a hacer el ridículo porque mientras estos pobres se tuvieron que enfrentar a un montón de trámites (diseñados más para impedir que lleguen a la boleta que para en verdad darle la oportunidad a cualquier persona de ser votada), los partidos les comieron el mandado.

Porque, no nos hagamos tontos, mientras los independientes estaban en el dilema de las firmas, los estados y no sé cuántas otras cuestiones, los partidos se fortalecieron con horas y horas de publicidad.

Es como si ellos ya hubieran estado en campaña, como si por ellos se hubiera podido haber votado desde diciembre.

Salvo dos o tres leyendas en letras chiquitas que por ahí se colaron en los anuncios, todos los discursos, todas las declaraciones y todos los spots no fueron de precampañas, fueron de campañas.

Si no hubiera sido así, ¿usted cree que tantos medios de comunicación se hubieran puesto a jugar a las encuestas como lo hicieron?

¿Ya se puso usted a pensar en la influencia, el beneficio y el perjuicio que se generó a partir de la publicación de esas cifras donde, se suponía, los partidos todavía no sabían a quién iban a poner a contender?

La totalidad del electorado, no los partidos, ya ama y ya odia a ciertos personajes.

¿Y dónde están los independientes? En ningún lado porque como sus obligaciones eran otras, su nivel de posicionamiento es mínimo.

Las precampañas no sirvieron para lo que se suponía que tenían que servir. Todavía no se conocen las listas oficiales de candidatos y el país ya está dividido.

Que si la guerra sucia contra Anaya, que si el #YoMero, que si López Obrador y Rusia.

¿Sabe usted la reacción negativa hacia la democracia que esta equivocadísima estrategia ha generando? ¿Se ha puesto a reflexionar sobre todo el abstencionismo que va a provocar?

Porque todavía falta la otra spotiza, la verdaderamente grande, la de las campañas.

¡Lo que es no entender cómo es y cómo vive la gente en el siglo XXI! ¡Lo que es no saber qué hacer con tanto poder y con tanto dinero!

¡Lo que es querer convertir a la democracia en un problema y no en una solución! ¿O usted qué opina?

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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
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  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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