Hay una historia que me tiene profundamente emocionado y conmovido: la del Bosque de Chapultepec.
Perdón por no sumarme a los temas de odio, pero hay cosas que están por encima de todo y no sé usted, pero yo estoy convencido de que en el siglo XXII se va a hablar mucho de esto.
El Bosque de Chapultepec es el parque urbano más grande del hemisferio occidental, un espacio con un profundo valor histórico, ecológico y cultural.
No me queda claro por qué nunca nadie se preocupó por darle forma ni por entregárselo bien al pueblo de México, pero lo que está ocurriendo ahí hoy es hermoso.
Y no, no estoy dispuesto a discutir porque como habitante de la Ciudad de México me consta que aquello estaba lleno de zonas inaccesibles y que, en ciertos puntos, estaba por privatizarse.
Ningún argumento puede justificar el lamentable abandono en que estaba nuestro querido bosque, patrimonio de todas y de todos los mexicanos.
Como usted sabe, cuando comenzó la Cuarta Transformación se anunció un ambicioso proyecto para el Bosque de Chapultepec.
En aquel entonces tuve el honor de entrevistar a la secretaria de cultura quien, muy entusiasmada, me habló de algo que sonaba demasiado maravilloso para ser cierto.
Que si se iban a construir vialidades. Que si se iban a inaugurar museos, cinetecas, cablebuses. Que si la gente iba a abarrotar Chapultepec.
Obviamente muchos grupos se opusieron y afirmaron que aquello iba a ser una desgracia que terminaría por aniquilar el bosque.
Yo, como usted, acostumbrado a que me prometieran trenes rápidos que iban a unir a la Ciudad de México con Querétaro, “Shopping malls” elevados sobre Avenida Chapultepec y la inauguración de nuevos “Cancunes” en Baja California, pensé que tarde o temprano aquello se iba a cancelar.
¡Pero, oh sorpresa! No sólo no se canceló, los primeros resultados ya saltan a la vista y son fabulosos.
Para nadie es una sorpresa que el Centro Cultural Los Pinos es un éxito total donde pasan cosas importantes para gente de todos los estados de la república.
El museo Cencalli es una chulada que, como nunca en la historia de México, le hace justicia a nuestras culturas alimentarias.
De hecho, si usted no ha ido a ver la exposición temporal “Espíritus, semillas de México”, no ha vivido. ¡Qué interpretación tan más entrañable de los alimentos que México le ha entregado al mundo!
¿Y qué me dice de la Calzada Flotante? Es bonita, sí. Pero es la cosa más útil que se le pudo haber ocurrido al gobierno.
Y no, no estoy hablando de un obra muerta, que no se use. La reto, lo reto, a que trate de pasar por ahí en un día como hoy. No hay manera porque la gente ya se apropió de esos espacios. ¡Se llenan!
Todas y todos, juntas y juntos, estamos descubriendo un Bosque de Chapultepec al que jamás habíamos tenido acceso.
Muero por ver terminadas las obras. ¡Qué revelación!
No sé si usted esté de acuerdo conmigo, pero de unos años para acá, la única manera que tenía la gente de vivir experiencias similares era a través de los Centros Comerciales.
Ya no. Ya estamos volviendo a tener espacios públicos (sin que esto signifique que los Centros Comerciales no se sigan multiplicando) y yo me siento muy orgulloso, profundamente emocionado y conmovido. ¡Felicidades!
[email protected]