No sé usted, pero yo estoy harto de ver series que hablen mal de la industria de la televisión.
Ahora resulta que todo aquí es corrupción, drogas y acoso sexual. Ah, pero no fueran narcos o traficantes de órganos porque entonces sí hasta de galanes estaríamos hablando.
Qué mala onda que la televisión sea la primera en hablar mal de la televisión.
Por eso celebro el estreno hoy a las 22:30, en el canal Universal Premiere, de The Newsreader.
¿Qué es esto? Se lo voy a describir de una manera muy extraña, pero efectiva y sin venderle trama: The Newsreader es para la industria de la televisión lo que The Good Doctor para la medicina. Punto.
Como su nombre lo indica en inglés, es una serie sobre la gente que lee las noticias, sobre los conductores de los noticiarios de la tele, sobre esta parte poco atendida del mundo de la comunicación.
Y es que pararse a leer un teleprompter, frente a una cámara, tiene su chiste.
Quiero que se imagine, por un momento, el estrés por el que pasan estas mujeres y estos hombres cada vez que entran al aire, en vivo.
Entre que lo que tienen que leer debe ser dicho con una dicción impecable y un con volumen perfecto, y que el tiempo que se tarden en hacerlo debe durar exactamente el tiempo que dura la transmisión, aquello es un infierno.
No, pero espérese. Se pone peor. Hay que leer cosas que están ocurriendo en ese instante, cosas terribles, cosas que implican una responsabilidad social, legal, empresarial.
Y hay que improvisar, y hay que narrar las noticias justo al mismo tiempo que están ocurriendo sin saber nada de nada.
En buena onda, sí es más horrible de lo que la mayoría de la gente supone.
The Newsreader es el primer acto de reconocimiento que se le hace, en toda la historia de la televisión, a estas personas y a todo el ejército de reporteros, investigadores, redactores, editores, coordinadores, directivos y operadores que hay detrás.
¡Gracias, Universal Premiere! ¿Le digo por qué? Porque ésta es gente que se merece todo nuestro respeto y admiración con el mismo entusiasmo con el que luego celebramos a los médicos, a los policías o a los abogados en la industria del entretenimiento.
Con tanto odio que hay en el mundo de la televisión, no me sorprende que una serie así jamás se haya hecho, me sorprende que ya exista.
¿Sabe por qué se hizo? Porque no la hicieron ni los estadounidenses, ni los europeos ni los latinoamericanos. La hicieron los australianos.
Se necesitaba estar muy lejos de esta visión morbosa y negativa para pensar en la televisión como algo capaz de inspirar a las multitudes.
Pero espérese, no le he dicho lo mejor. Para que esto en verdad funcione más allá las maravillosas historias de los personajes femeninos y masculinos que la protagonizan, estamos hablando de una serie de época.
¿Y? ¿Qué tiene esto de interesante? Que como todo ocurre en el pasado, podemos abordar los grandes temas del presente de una manera mucho más atractiva que se suma a una parte histórica y a otra completamente nostálgica que se traduce en certeza, en diversión.
The Newsreader se desarrolla en 1986 con toda esa moda, con toda esa música y hasta con todos esos juguetes planteados en una suerte de día a día que va combinando el desarrollo de la trama con el terrible acontecer periodístico que padecimos quienes vivimos aquella realidad tan lejana, pero tan asombrosamente cercana a la de hoy.
El reparto es magnífico y la producción, espectacular. No perdamos tiempos. Luche con todas sus fuerzas por ver desde el minuto uno el estreno de The Newsreader esta noche en Universal Premiere. Le va a encantar. De veras que sí.
