Susana Alexander se retira de las obras de teatro. Se lo vuelvo a escribir: Susana Alexander se retira de las obras de teatro.
No se retira porque esté enferma o porque tenga algún tipo de problema. Lo hace por amor propio. Por dignidad. Porque las señora, a sus 80 años, quiere hacer otras cosas y está en su derecho. Se lo ha ganado.
Lo que quiero que entienda es la relevancia de esta noticia. Por un lado, una de las más amadas, exitosas y talentosas figuras del teatro mexicano le está diciendo adiós a este tipo de montajes.
Y, por el otro, nos está mandando un mensaje enorme en términos de humanidad.
Es una adulta mayor que dice: voy a dejar de hacer esto, pero lo voy a hacer bien, por la puerta grande.
Luego no digas que no te lo advertí. Luego no vengas a decir que me extrañas, que te hago falta o, peor tantito, luego no vayas a repasar mi legado si no fuiste parte de él cuando pudiste.
Se mire por donde se mire, ésta es una noticia muy fuerte que amerita cualquier cantidad de entrevistas, reportajes y reseñas. Todos, o casi todos, hemos visto, alguna vez, una gran obra con Susana Alexander.
Si no fue teatro clásico fue una comedia delirante. Si no fue un drama desgarrador fue una farsa disparatada. Si no fue con un asunto histórico fue a través del “streaming”. Susana Alexander ha hecho todo tipo de obras. ¡Hasta teatro infantil!
Es una auténtica maestra que ha recorrido el país entero llenando los recintos más insólitos en un fenómeno que yo nunca dejaré de admirar: la inclusión.
Susana Alexander, a lo largo de su fructífera carrera teatral, ha unido a los pobres con los ricos, a las mujeres con los hombres, a los niños con los ancianos y a los homosexuales con los heterosexuales.
¿Cuántas leyendas del espectáculo y de la cultura de este país, de su generación, pueden presumir de algo así?
Porque a ella no le tocó el cine de la época de oro. A ella le tocó abrirse brecha a brazo partido entre productores, instituciones, televisoras y plataformas. ¡Vaya historia!
Es hoy cuando le deberíamos estar haciendo homenajes. Es hoy cuando la tendríamos que estar aprovechando para conversatorios, conferencias y “masterclasses”.
¿Por qué le estoy escribiendo esto? Porque con tantas cosas, en tantas partes, las audiencias, la prensa y los influencers hemos perdido nuestra capacidad de asombro.
Y no se vale que no apreciemos esta nota, que no matemos por ir al teatro a despedirnos de Susana o que sólo estemos esperando que muera para aventarle una florecita.
Por el más elemental amor al teatro mexicano hay que ir a darle las gracias a la señora Alexander que, además, eligió un texto maravilloso para abandonar esto: “La velocidad del otoño”.
Es un texto nominado al Pulitzer de Eric Coble (el mismo dramaturgo que escribió “Bright Ideas”, que aquí vimos con Regina Blandón) magníficamente adaptado por Guillermo Wiechers (uno de los productores de “El padre”).
No le voy a vender trama para no arruinarle la experiencia pero es el encuentro de una mujer de 80 años con su hijo en circunstancias extremas.
Y la gente, en las butacas, reía. Luego, lloraba. Más tarde, se asombraba.
Le voy a repetir algo que me dijo una señora al final: “lo más bonito es que no es una tragedia”. En efecto, uno se va mil veces mejor que cuando llegó después de verla.
Aunque no es para niños, ésta es la oportunidad perfecta para ir con los abuelos, con los papás y los adolescentes.
Susana está enloquecedoramente deliciosa y sí está actuando muy bien porque ella, en el mundo real, no camina así, no se mueve así, no habla así.
A su lado está Fernando Canek con una actuación de antología porque no sólo le está dando réplica a la señora. ¡No! Está creando algo que le pega a muchas personas, especialmente de la comunidad LGBT.
Juntos construyen un espectáculo hermoso, sin intermedio, muy potente y cuando usted llegue a la última imagen, no lo va a poder creer.
Esa escena es exactamente la toma de una diosa del teatro diciéndole adiós a las obras. Por eso el público ovaciona de pie al final. Por eso no hay que perderse ese momento de oro.
Independientemente de que le suplico que cace “La velocidad del otoño” en su ciudad cuando la vea de gira, luche con todas sus fuerzas por vivir este momento histórico en el Teatro Rafael Solana del Centro Cultural y Social Veracruzano.
Le quedan muy pocas semanas en cartelera. Le va a gustar. De veras que sí.