Hoy se estrena la primera temporada de Selena en Netflix y estoy convencido de que va a ser un fenómeno nacional e internacional.
¿Por qué? Porque contrariamente a lo que muchos pensarían, es una historia ideal para las familias de todo el mundo en estos tiempos tan complicados.
Por fin estamos dejando de hablar de un asesinato, de un chisme, de un escándalo.
Selena es la historia de una mujer como hay millones en la actualidad, de una muchacha de papá y mamá que trabajó desde muy pequeñita no para cumplir sus sueños, para dejar de tener hambre.
Selena es la historia de una mujer que se empoderó, que se debatió entre dos culturas, entre dos épocas, que aprendió a observar al público, una víctima de la violencia.
¿Así o más necesaria? ¿Así o más actual? Los mexicanos vamos a amar esta serie. Los estadounidenses, más. Pero esto, cuando llegue a países como Indonesia, Corea, China y la India, va a ser una locura.
Estamos ante la serie de la resiliencia, ante un producto que nos remite a los orígenes de muchas cosas hermosas incluyendo las mismísimas telenovelas.
No le voy a vender trama para no arruinarle la experiencia, pero hay un momento en uno de los episodios centrales de este proyecto, con la gran Angélica Aragón, que nos habla con mucha claridad de esto.
Selena es justo lo que el mundo necesita para salir adelante en tiempos de pandemia, de crisis económica, de descomposición familiar.
Es una serie bonita, que inspira, como las películas biográficas de antes, como La bamba. ¿Se acuerda?
Tuve el privilegio de mirar este material con anticipación y caí rendido porque es exactamente lo que no esperaba: un show lleno de nostalgia, de ternura y de valores.
Si Selena Quintanilla viviera se sentiría verdaderamente dichosa de verse así, como una heroína, como un símbolo, como un ejemplo.
Me encantó. Volví a ser adolescente, a recrear una época prodigiosa, a suspirar con un montón de canciones, de programas, de personajes y, lo más importante, a abrir el debate.
Hoy que muchos de los grandes temas globales tienen que ver con las cuestiones de género, con el racismo y el clasismo, Selena se vuelve fundamental.
Esta gran artista llegó a la cima siendo mujer en un medio de hombres, alcanzó el éxito en México siendo estadounidense y en Estados Unidos siendo latina y, lo peor, la música que ella cantaba, durante mucho tiempo, fue despreciada por ser para los “pobres”, para los “ignorantes”, por ser “de mal gusto”.
¿Ahora entiende? No, y no le he dicho nada. Lo único que le pido es que, cuando la vea, aprecie los valores creativos y de producción que hay detrás de esto.
¡Qué actuaciones de Christian Serratos (The Walking Dead), de Ricardo Chavira (Desperate Housewives), de Gabriel Chavarría (The Purge) y de muchas estrellas más!
Qué dirección de Hiromi Kamata (Historia de un crimen: Colosio) y qué privilegio el de poder escuchar las canciones originales desde el mero, mero principio.
Por lo que más quiera en la vida, luche con todas sus fuerzas por verla, por gozarla y por homenajear a esta inmensa estrella que se adelantó a su época.
El estreno es hoy, en Netflix, y el fenómeno no se va a hacer esperar. De mí se acuerda.