¿Cómo estás? Supongo que nerviosa. El sábado pasado me enteré de que tu esposo, Omar Fayad, dio positivo en la prueba de coronavirus e inmediatamente pensé en ti.
¿Estás bien? ¿Necesitas algo? ¿Te puedo ayudar de alguna manera?
Hace algunas semanas tuve el honor de grabar contigo y con otras personas muy queridas, un especial de El show de las TLNovelas. ¿Te acuerdas?
Yo no tenía el gusto de conocerte, pero fue una experiencia maravillosa en donde descubrí tu enorme calidad humana. Qué bien nos la pasamos, ¿verdad? ¡Qué bonito quedó el programa!
Imagínate mi reacción cuando me enteré de lo de Omar. Casi me da un ataque.
Qué pena, de veras, molestarte a través de esta columna, pero yo no tengo ningún teléfono tuyo, ninguna dirección de correo electrónico. ¡Nada!
Y sí quería que supieras que no estás sola. Que más allá de tu posición como esposa de un político o como una figura del espectáculo, todos estamos pasando por la misma situación y si no nos ayudamos entre nosotros, ¿entonces quién?
¿Te acuerdas de lo que te dije durante la grabación del programa? Dios sabe por qué hace las cosas y si ahora tú, como miles de mujeres, como miles de mamás, como miles de esposas, estás pasando por esto, es porque aquí hay una señal.
Quiero pedirte un favor: ya que tú estas viviendo en carne propia el impacto del Covid-19, ¿le podrías mandar un mensaje a tus millones de fanáticos en México y en todo el mundo para que se queden en sus casas?
¿Te imaginas el bien que le harías a nuestro país? ¿Te imaginas lo mucho que ayudarías a tantísimas personas en tantísimas naciones?
El gran problema del coronavirus es que no se ve. No es como un terremoto, como un huracán o como una erupción volcánica.
Y como todas las imágenes que nos llegan son de Asia, de Europa o de Estados Unidos, pues peor tantito. La gente duda, roba, miente.
Una figura pública con tu poder, con el poder de las telenovelas, podría conseguir el milagro de que los mexicanos vean al Covid-19 como ven los escombros de un edificio destruido por un sismo.
Tú podrías ayudar a que esto se volviera visible, a que la gran familia mexicana se tomara la cuarentena tan en serio como la alerta sísmica.
Tú podrías salvar muchas vidas porque a ti nadie te está contando nada. Tú lo estás viendo. Tú lo estás padeciendo.
Los mexicanos somos los más entusiastas cuando se trata de unirnos ante un problema. Lo único que necesitamos es un empujoncito, una historia como la tuya, un mensaje de La fiera, de Simplemente María, de Victoria, de La madrastra.
Por favor, en medio de lo que estás pasando, tómate un par de minutos y sube un mensaje pidiéndole a la gente que se quede en su casa.
Si tú se lo pides al pueblo, el pueblo te va a hacer caso. Porque, insisto, tú hoy tienes la combinación perfecta de ser alguien en nuestros corazones y de ser alguien que está viendo lo que sucede en un hogar, lo que sucede en una familia, cuando uno de sus miembros da positivo al Covid-19.
Te ofrezco una disculpa por todas las molestias que esta carta te pudiera provocar y, de antemano, te doy las gracias por leerme. Ojalá que nos puedas ayudar.
Te mando un abrazo enorme y te deseo lo mejor. Con cariño, Álvaro Cueva.