Soy el más morboso de los morbosos, el más calenturiento de los calenturientos, el más telenovelero de los telenoveleros. “Pecados inconfesables” es para mí. ¡Gracias!
¿Qué es esto? La nueva serie mexicana que se estrena hoy miércoles 30 de julio en Netflix.
Tuve el privilegio de ver completa toda su primera temporada y sigo muy, muy, pero muy complacido.
¿Por qué? Porque como vivimos en una época muy extraña de “libertades” que se expresan a través de la represión, había un tipo de ficción que estaba desapareciendo de nuestros dispositivos:
La ficción ardiente, la de encueradas y de encuerados, la de “¿me pasas la sal? Sí, pero antes tengamos sexo salvaje aquí atrás del comedor mientras tu esposo hace como que no nos ve”.
Ojo: es un subgénero muy específico con reglas súper complicadas que merece respeto y que no cualquiera puede hacer o que no cualquiera puede hacer bien.
Los genios de “Pecados inconfesables” lo hacen con una maestría que parece sacada de la más puerca de las películas de finales de los años 80, de principios de los 90.
Y sí, quien la vea se va a echar un muy buen taco de ojo pero también se va a aventar una suculenta telenovela estelar donde cada capítulo sorprende con más y mejores truculencias de esas que, también, ahora que todo el mundo juega a la superioridad intelectual, se dejó de hacer.
Usted sabe… Capítulo uno: soy la buena. Capítulo dos: soy la mala. Capítulo tres: soy la asesina. Capítulo cuatro: soy la víctima, pero tengamos sexo y superémoslo.
Amo “Pecados inconfesables” porque pone en la intimidad de mis dispositivos algo que antes sólo se podía consumir en medios tradicionales y eso le da un toque mil veces más personal, más caliente, más prohibido.
Sí es importante que le diga todo esto para que no llegue a este lanzamiento esperando cosas que no son, para que en verdad la aprecie, para que genuinamente la disfrute.
¿De qué trata “Pecados inconfesables”? Enredos de cama entre gente bonita. Así de simple. Así de complejo.
El capítulo uno es una joya memorable que nadie se debe perder. El tráiler es una porquería inmunda que Netflix debe bajar inmediatamente porque le quita todo el sabor a la serie. Le prohíbo que lo vea.
Gracias a Dios yo nunca lo hice y, por lo mismo, pude gozar esto como el animal enfermo que soy.
¿Cuál es la nota? Dos cosas. Uno: el reparto. Dos: la pansexualidad.
El reparto: antes, en México, cuando se producían esta clase de experiencias cinematográficas se acudía a repartos poco estelares.
Se trataba de grandes figuras, pero de grandes figuras populares, “populacheras”. Como si “la gran familia mexicana”, la de las telenovelas de la noche, no tuviera vida sexual.
“Pecados inconfesables” tiene a muchas de las mejores actrices y a muchos de los mejores actores de México y las ponen, y los ponen, a hacer cosas muy fogosas.
Resultado: la experiencia erótica se convierte en algo estelar, sube de categoría, se recibe mejor.
Estamos hablando de Zuria Vega, Erik Hayser, Andrés Baida, Ana Sofía Gatica, Manuel Masalva, Mario Morán, Ivonne Montero, Sebastián García, Adriana Louvier, Armando Hernández, Eugenio Siller, Roberto Quijano y José María Torre Hütt.
¡Pura súper actriz! ¡Puro súper actor! ¡Poca ropa! ¡Qué calor!
La pansexualidad: antes, en México, cuando se producían esta clase de experiencias cinematográficas, todo era muy tajante. O los personajes eran heterosexuales, o eran homosexuales.
En “Pecados inconfesables” todas y todos agarran parejo con todas y con todos mandando un mensaje de apertura interesantísimo, necesarísimo y enriquecedor.
No se confunda. Ya no estamos en la época en la que las audiencias se escandalizaban porque su actriz favorita, porque su actor favorito, besaba a alguien de su mismo sexo.
En un mundo como el de hoy, esto era lo que se tenía que hacer. Esto era lo que se tenía que contar.
Por si todo lo que le estoy diciendo no fuera suficiente, esta creación de Leticia López Margalli y Guillermo Ríos adaptada por José Vicente Spataro y un numerosísimo equipo literario está plagada de valores de producción.
Debo felicitar públicamente al fotógrafo Jerónimo Rodríguez García y a José Salvador Zamora en la dirección de arte.
Esta serie se ve exquisita, le da un giro a lo que normalmente miramos de Ciudad de México y contribuye a que las estrellas brillen en su real magnitud. ¡Felicidades!
Luche con todas sus fuerzas por ver “Pecados inconfesables” en Netflix. Le va a gustar. De veras que sí.