Fui a ver “Cabaret” con Mon Laferte al Teatro de los Insurgentes pero no fui a la función de prensa. Pagué mi boleto. Fui a una función con público de verdad y fui muy feliz.
Primero, porque Mon es una diosa. Y segundo, porque pude ver las reacciones de la gente. Le juro que todas las personas que llenaron esa noche ese espacio tan sagrado estaban en éxtasis.
He visto “Cabaret” todas las veces que he podido con todas las estrellas que usted quiera, guste y mande dándole vida a Sally Bowles, pero con Mon Laferte es otra cosa.
No estoy ni amarrando navajas ni afirmando que sea superior o inferior.
Lo que pasa es que aquí no estamos hablando del público que normalmente va ni al Teatro de los Insurgentes, ni a ver musicales ni a ver “Cabaret”.
Mon Laferte está acercando a otras personas a esta prodigiosa experiencia y yo lo único que le puedo decir es: ¡Gracias!
¡Gracias, Mon, por convocar a más y mejores audiencias! ¡Gracias, Mon, por entregarle el mensaje de “Cabaret” a una nueva generación!
Y para que usted se dé cuenta de lo que está pasando aquí, le cuento que no sólo la “tiendita” de “Cabaret” está llena de discos y souvenirs de Mon Laferte.
¡Afuera del teatro se ponen puestos vendiendo gorras y camisetas! Como si se tratara de la Arena México, del Auditorio Nacional o del Estadio GNP.
¿Vale la pena ver “Cabaret” con Mon Laferte? No sólo vale la pena, es una obligación.
No le voy a contar detalles porque sueño con entrevistar a esta diosa pero lo que está pasando ahí es tan bueno que amerita la grabación de un disco.
Mate por ver “Cabaret” con Mon Laferte. Enloquecerá. ¡Felicidades!
CATARSIS
La Teatrería, ese entrañable espacio de la colonia Roma, está cumpliendo diez años. Apenas puedo creer la cantidad y calidad de obras que he visto en sus diferentes salas desde 2015.
Todos los lunes, ahí, a las 20:30, se está presentando “Ahoradespués”, un monólogo que me tocó el alma.
Lo fui a ver porque admiro mucho a su actor, Jesús Zavala, y a su director, Alonso Íñiguez. Fue una experiencia tan honesta, tan real, que si no me hubieran aclarado que aquello lo escribió el dramaturgo Guido Zappacosta, hubiera jurado que Jesús nos estaba contando su vida.
En una primera lectura, “Ahoradespués” nos habla del duelo, de un hombre joven que perdió a su padre.
Más allá de esto, es una bomba emocional que, a través del futbol, retrata las cosas que amamos, las que nos duelen, las que nos dan miedo y las que nos ayudan a salir adelante.
El trazo escénico es exquisito y la iluminación, más. Pero la ovación se la lleva la “mexicanización” de ese texto tan argentino.
A mí me encantó y creo que no soy el único porque se la ha pasado con puros llenos totales desde que se estrenó.
Y cómo no si es un tipo de obra que, al mismo tiempo que nos hace reír y llorar, nos cura.
En teatro le dicen catarsis a la purificación que uno experimenta cuando se libera a través de lo que está viendo.
Yo hice catarsis viviendo “Ahoradespués”, mirando al señor Zavala entregar el alma, transformarse, mojarse. Dura casi dos horas. Se la recomiendo de todo corazón.
Luche con todas sus fuerzas por ver este monólogo ya, ya, pero ya, los lunes en la Sala A de La Teatrería. Le va a gustar. De veras que sí.