Me pongo de pie ante los debates presidenciales que se están haciendo en Notivox Televisión.
¿Por qué? Porque tienen una lógica de programación, de publicidad, de planeación. No como las transmisiones del nuevo Tercer grado.
Y porque son deliciosamente rudos con todos los candidatos tal y como quedó claro el martes pasado cuando José Antonio Meade pasó por ese gran canal de televisión de paga.
¡Qué masacre! Tan violentos con Meade como con Andrés Manuel López Obrador y como seguramente lo serán con Ricardo Anaya, Margarita Zavala y El Bronco.
¡Qué cosa tan más divertida, apasionante y reveladora! Y sí, con todo y el tono de esos periodistas, ahí sí hubo nota y la nota no fue por el canal, fueron las cosas que dijo el candidato.
Desde su posición ante lo que dicen las encuestas hasta su manera de entender la corrupción de los políticos del PRI, pasando por una larga lista de declaraciones.
Los señores de milenio.com se dieron gusto sacando notas hasta de las palabras más dichas por el candidato.
Fue un gran ejercicio de periodismo, una forma bastante inteligente de darle seguimiento a lo que ya se había hecho antes y de confirmar, como dice el hashtag, que #ElDebateEstáEnMILENIO. ¿A poco no?
Malos cambios
Unicable, hoy Canal U, es uno de los canales de televisión de paga más exitosos e importantes de toda América Latina y me encanta el giro que sus directivos le están dando al moverlo hacia una generación más joven, pero tengo la impresión de que se precipitaron.
En esta industria los cambios tienen que ser paulatinos porque, de lo contrario, las audiencias terminan enojándose, huyendo o con pocas ganas de acercarse a la nueva señal.
Y si no me cree, pregúntele al público original de este canal. No conozco a alguien que no esté furioso ante la desaparición de todos sus programas favoritos.
Ni caso tiene que le pregunte por las nuevas audiencias. ¿Qué muchacho se quiere mudar ahí si Unicable era para otra clase de personas y si esas personas acabaron decepcionadísimas?
Periodísticamente no hay manera de cubrir al nuevo U. Es tanto el material, todo tan intrascendente, y tan fuerte el peso de lo que le hicieron a los viejos conductores que a nadie se le antoja reportar aquello.
No da nota. No es de interés. Y qué mala onda porque hubo una época en la que muchos pedíamos que los contenidos de Unicable se mudaran a Las Estrellas de tan buenos que eran. ¿O usted qué opina?
Otro enfoque
Desde hace varias semanas que se está transmitiendo, todos los lunes a las 20:30 horas, por Canal 22, una joyita de programa de televisión.
Se llama Nuestra lucha libre y es, como su nombre lo indica, un show sobre cuadriláteros, luchadores y máscaras.
¿Qué tiene esto de especial? ¿Por qué le digo que es una joyita?
Porque a pesar de su limitadísimo presupuesto es una serie de corte documental que muestra lo que las grandes cadenas no muestran de la lucha libre mexicana.
¿Qué? Lo que pasa en los pueblos, en los barrios, con la gente humilde, con los luchadores con pocos recursos sin olvidar, por supuesto, todo lo demás: cine, industria, poder.
Yo se lo quiero recomendar de manera especial porque aquí sí veo a la verdadera lucha libre mexicana, porque aquí sí veo a México, a nuestra gente y esto que tendría que ser lo más obvio de nuestras pantallas, casi nunca se ve. Es un acontecimiento.
Por si todo esto que le acabo de decir no fuera suficiente, Nuestra lucha libre es una producción de una casa independiente con un estilo cinematográfico muy hermoso y una propuesta editorial de lo más completa.
Felicidades a los señores de Canal 22. ¡Qué buen programa! ¿O no?
‘Foodies’, golosos y garnacheros
La comida es un espectáculo y nadie como las Chilangas hambrientas para enseñarnos los manjares de Ciudad de México y del mundo entero en sus famosísima publicaciones a través de las redes sociales.
Yo llevo mucho tiempo siguiéndolas, consultándolas, amándolas. Son mis gurús cuando ando buscando algo rico qué comer.
¡Pues qué cree! Mis adoradas Chilangas hambrientas (Chío y Alexandra) acaban de sacar su primer libro en editorial Planeta y el resultado es precioso desde todas las perspectivas.
Se llama El gran libro botanero, y en una primera lectura es una guía para que usted cocine las mejores recetas de los más suculentos restaurantes del mercado.
Desde tortas, tacos y pizzas hasta bibimbaps, coliflores rostizadas y ceviches.
Pero la verdad es que también representa un homenaje a esos lugares, a esos chefs y una invitación a vivir una experiencia total: gastronómica, seductora, visual.
El gran libro botanero es una magnífica publicación para todos los que amamos el espectáculo de la comida, para todos los que amamos la vida.
Luche por comprarlo, por leerlo, por preparar esas recetas y por conocer todos esos lugares. Le va a encantar. De veras que sí.