Estoy muy sorprendido con el fenómeno de Luis Miguel, la serie.
Seamos sinceros, vamos en el capítulo cuatro de la temporada dos y esta producción original de Netflix no es, ni remotamente, Game of Thrones.
¿A usted no se le hace medianamente extraño que la prensa especializada le esté dando seguimiento puntual, semana a semana, como si en verdad cada episodio dejara al universo entero con una revelación antológica?
Luis Miguel, la serie está jugando permanentemente en las redes sociales, tiene retos en TikTok y, lo más impresionante del caso: es una obligación no sólo para los programas de espectáculos… ¡Para los noticiarios!
Me parece muy sintomático que algunas de las más importantes mesas de análisis de la radio y la televisión de este país le dediquen más tiempo a esta emisión que a los spots de las campañas electorales.
Ojo: no estoy hablando mal de Luis Miguel, la serie ni de Netflix. Por favor no me malinterprete. Adonde quiero llegar es a que juntos descubramos que hay detrás de esto en términos sociales, en términos humanos.
¿Por qué todos en este país tenemos que hablar de cada capítulo de Luis Miguel, la serie? ¿Por qué de esta producción y no de otra?
¿Qué pasaría si alguien se atreviera a hacer lo mismo con algún otro título de alguna otra compañía? ¿Qué pasaría si en lugar de elogiarla, alguien la destrozara?
Aquí está pasando algo, algo que tiene que ver con el poder de Netflix, sí, pero también con una especie de pose, con un no tener nada más de qué hablar para existir, a pesar de que estamos saturados de series y películas, y con muchas otras situaciones.
Tan sencillo como esto: ¿cuál es la nota del episodio cuatro de la temporada dos? ¿Hay nota?
A propósito de Netflix, hoy es un día importante porque va a ocurrir algo que provocará que más personas, de más perfiles, canalicen sus inquietudes en esta plataforma.
Hoy se va a estrenar la segunda parte de Selena, la bioserie de Selena Quintanilla.
Evidentemente se trata de un acontecimiento imperdible donde veremos lo que quedó pendiente en esta gran historia de amor, justicia, injusticia y crecimiento personal.
¿Cuál es la nota? Que Selena es completamente diferente a Luis Miguel, la serie.
Mientras que Luis Miguel, la serie está llena de oscuridad, de situaciones tormentosas y de mucho chisme, Selena es casi, casi, una telenovela.
Acá todo es dulce, bonito y romántico. Recuerdo perfectamente bien la reacción de muchas personas que me reclamaban en las redes sociales haberla aplaudido a pesar de que no tenía personajes siniestros, situaciones escabrosas ni todo eso que mueve a la prensa del corazón.
Perdón, pero no todo tiene que ser así y Selena Quintanilla era un ser de luz que merecía una historia como ésta.
La temporada dos, por cierto, viene preciosa. Hoy, gracias a ella, más que nunca, amo a Selena, la Selena de verdad, y lloro por su muerte.
¿Cuál es la nota? Fíjese lo que le voy a decir: la oposición que este lanzamiento representa cuando millones de personas estamos viendo “Luis Miguel, la serie”.
¿Qué significa lo que le acabo de decir? Que para los amantes de un tipo de bioserie Netflix tiene Luis Miguel, la serie y que, para los amantes de otro, de otros, tiene Selena.
Si sumamos Luis Miguel, la serie y Selena lo tenemos todo: lo positivo y lo negativo, lo trágico y lo romántico, lo masculino y lo femenino, lo elitista y lo popular.
¿Qué quiere decir esto? Que Netflix lo tiene todo. ¿Qué otra plataforma, de todas las que existen en el mercado latinoamericano, puede presumir de algo así?
Ninguna. Sólo Netflix. ¡Felicidades, señoras! ¡Felicidades, señores! Así se hace.
Luche por ver el episodio cuatro de la temporada dos de Luis Miguel, la serie, la segunda parte de Selena y por analizar lo que está pasando aquí. Yo creo que es muy importante, sintomático. ¿O usted qué opina?