El problema de Los ricos también lloran es que es Los ricos también lloran, la versión 2022 de la telenovela mexicana más importante de todos los tiempos.
Por tanto, media humanidad está compitiendo por ver quién sabe más, quién recuerda más y, lo más triste, quién compara más.
Que si Claudia Martín contra Verónica Castro, que si Sebastián Rulli contra Rogelio Guerra, que si Carlos Bardasano contra Valentín Pimstein.
Por supuesto, como el juego se llama “todo pasado fue mejor”, Televisa acaba recibiendo todos los ataques del mundo.
¡Ah, pero no fuera Netflix!, porque entonces sí Los ricos también lloran sería magistral, el fenómeno global, la serie número uno. Lo que son las etiquetas, ¿verdad?
Le guste a quien le guste o le moleste a quien le moleste, Los ricos también lloran de 1979 fue, es y será por siempre una obra maestra de la televisión nacional.
E igual, Los ricos también lloran”de 2002 es una telenovela preciosa, un producto que se tenía que hacer.
¿Por qué es una telenovela preciosa? Porque es 100 por ciento dulce, romántica, positiva, aspiracional, entrañable y porque está hecha con toda la mano.
La producción es un derroche, el reparto es magnífico y la puesta en pantalla está llena de aportaciones que la convierten en un espectáculo gozoso.
¿Por qué le digo que es un producto que se tenía que hacer? Porque hoy, como nunca en la historia del entretenimiento global, los grandes estudios están mostrando sus mejores credenciales para efectos bursátiles.
Si The Walt Disney Company, Warner Media y VIACOM están poniendo sobre la mesa lo mejor de sus archivos, Televisa tendría que ser muy estúpida para no hacerlo.
Especialmente cuando su videoteca está llena de los más grandes tesosos de la cultura popular en español.
Muchas personas que trabajan de ofendidas de tiempo completo podrán rasgarse las vestiduras durante meses ante el “sacrilegio” que representa este “refrito”.
Y sólo Dios sabe si funcionará, si se exportará o si detendrá guerras como sucedió en su momento con la primera versión mexicana de esta historia de la escritora cubana Inés Rodena.
Pero ofrecérsela a una nueva generación de espectadores era una obligación para Televisa.
¿Cuántas otras casas productoras mexicanas conoce usted que puedan hacer algo parecido, que tengan un archivo lo suficientemente grande como para compararse con los mejores estudios del mundo y que hayan respetado sus raíces a un nivel tan grande como para haber conservado los derechos de este tipo de materiales?
¿Ahora entiende la trascendencia de Los ricos también lloran? Aquí hay un mensaje. Aquí hay un melodrama que vale la pena ver.
Y sí, Claudia Martín es una actriz inmensa, luminosa. Sebastián Rulli está más que ideal para intepretar a Luis Alberto. Fabiola Guajardo está espectacular y ni hablar de figuras como Azela Robinson, Alejandra Barros y Guillermo García Cantú. ¡Gloriosos!
Pero el aplauso mayor se lo llevan los enemil escritores que hay detrás de esto. ¡Qué manera de traer al siglo XXI algo que bajo otra óptica podría ser anticuado y hasta negativo!
Luche con todas sus fuerzas por ver la nueva versión de Los ricos también lloran todas las noches en Las Estrellas. Le va a gustar. De veras que sí.